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EL SECRETO DE CAMELOT

 

 La búsqueda de los Ojos de Ginebra

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Niiara
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MensajeTema: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:28

La luna llena bañaba la isla de La Isla del Halcón. Niiara estaba sentada en la mesa más alejada de la puerta de la taberna, conocida como “El Varadero”; la mortecina luz de la vela de su mesa iluminaba un montón de mapas antiguos y pergaminos con leyendas, información sobre extrañas criaturas y diferentes depredadores; sobre todo ello descansaba un libro bastante antiguo y grueso que hablaba sobre las propiedades de los Ojos de Ginebra, unas piedras que, de acuerdo a las leyendas, podían hacer que las Garras de Hierro volviesen a funcionar en beneficio de aquel que las despertase.

Con un suspiro, la joven cerró los ojos y agachó la cabeza. Llevaba todo el día allí investigando sin descanso y tenía la cabeza embotada por el olor del alcohol de las bebidas, de las velas que se consumían una tras otra y el aire viciado que a esas horas de la noche había en la taberna; dio un último trago a su botella de ron, comprobando con resignación que acababa de terminársela. Tras dejarla junto a la vela, ya consumida, se levantó recogiendo sus cosas, dejó caer un par de monedas en la mesa como pago y salió de allí.

La brisa fresca de la noche la despejó un poco y echó a andar con los mapas, libros y pergaminos entre los brazos hacia su barco, el Bloody Wings, donde se encontraría con su primera de abordo, Susu. Sin embargo, la suerte no parecía estar de su lado aquella noche, ya que el navío estaba vacío cuando ella llegó. Tras guardar sus nuevas adquisiciones en un lugar seguro, decidió salir en su busca.

Hacía dos días que habían acordado poner rumbo a las Tierras Vampiras para hacerse con los ansiados Ojos de Ginebra tras una breve discusión con una de sus habitantes en la taberna, punto de encuentro para toda clase de criaturas y donde tenían lugar contrabandos, intercambios y robos de toda clase. Niiara se detuvo y miró a la luna exhalando un suspiro. El simple recuerdo de la conversación aún la hacía estremecer.

- Si me das tu cuello, te entregaré una piedra.- había sentenciado aquella vampira con una cruel sonrisa asomando a su rostro.

- ¡¿Cómo?! ¡¡Será una broma!! – exclamó la joven pirata. No iba a dejarse coger tan fácilmente, no después de haber sobrevivido a mil peligros, y menos por una simple piedra.

- Es el trato que te ofrezco. Si no lo quieres, tendrás que ir a su yacimiento, situado en las tierras vampiras… - mientras hablaba, aquella dama de la noche se había cruzado de brazos y la miraba con altivez pero sin perder su sonrisa.¿Eso es todo? ¡Pues claro que iré! ¡No te entregaré mi vida así como así! – Niiara apretó los puños con fuerza. Aquella criatura empezaba a ponerla nerviosa. Susu, que acababa de llegar hacía escasos minutos, se situó a su espalda y le cogió del brazo, haciéndole notar, una vez más, como siempre
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Niiara
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:29

- que las cosas se ponían feas, que estaba allí con ella. Aquel simple gesto era suficiente para relajar un poco a Niiara. La vampira se giró entonces hacia Susu, que asomaba tímidamente por detrás del brazo de Niiara, sonriendo más ampliamente.

- Por los dos cuellos ofrezco dos piedras.- ofreció, consciente de que Niiara jamás pondría a Susu en peligro; si podía confundirla, sería mucho más fácil que cayera en el trato.

- ¡¡No!! – exclamó Susu cogiendo el brazo de Niiara con más fuerza, y situándose a su lado para evitar que hiciera alguna locura, le acarició la mejilla haciendo que la mirase.- ya veremos qué hacemos, ¿ok? somos piratas...nos apañamos muy bien, creamos un sin fin de cosas con un palito… ¡No necesitamos ir a por esas piedras! ¿A que no? – Susu miró a Niiara con una sonrisa, pero ésta no se la devolvió; tenía la mirada baja, perdida, parecía estar calibrando de verdad la oferta.- ¿N-Nya…? - murmuró Susu confusa. Niiara alzó la mirada y se volvió a encarar con la vampira.

- Aunque tu oferta es muy tentadora… tendrás que exponerme primero las ventajas de ser vampiro.- ésta le devolvió una mirada igual de desafiante que la de la joven pirata.

- ¡¡¡Noo!!! ¡¡¡Niiara, no te dejes engañar!!! – gritó Susu con desesperación cogiéndole el brazo con fuerza y sacudiéndolo en un intento por hacerla reaccionar.

- ¡Sh! – Niiara puso el dedo en los labios de Susu con rapidez para sellarlos mientras mantenía la vista fija en la vampira- estoy esperando una explicación… ¿qué pasará conmigo si accedo a que me conviertas?

- Lo que ocurrirá será que tu alma desaparecerá. Pasarás a formar parte del clan vampiro con un nombre nuevo. Te educaremos en nuestras normas, poco a poco te enseñaremos a hacer rituales, tendrás poderes y tendrás la vida eterna…- la vampira sonrió suavemente. Niiara la había estado escuchando con total atención, parecía estar decidida a aceptar.- ¿qué más quieres?- agregó suave y seductoramente. Niiara volvió a dejar la mirada perdida en un punto indefinido del suelo con aire pensativo.

- La vida eterna.....- murmuró tras unos segundos de silencio. Susu empezó a negar frenéticamente con la cabeza; el dedo de Niiara seguía posado en sus labios. ella hizo caso omiso y se enfrentó una vez más con los ojos de la vampira.- Pero, entonces… ¿jamás volvería a ser yo?

- No, no volverías a ser tú.- respondió con frialdad; aquel trato estaba durando demasiado y eso no era bueno. Niiara bajó la mirada sonriendo levemente.

- Eso es cruel.... ¿Me borrarías como una hoja que arranca el viento de un árbol, harías que la poca gente que me conoce me olvidara, como una ola que rompe en la playa y desaparece? – Susu la miró suplicante y Niiara apartó el dedo de sus labios mirando a la vampira con decisión.- Lo siento, pero no puedo aceptar eso

- ¡¡BIEN!! ¡¡Niiara es mía! – canturreó Susu con una sonrisa triunfal. Niiara sonrió para sus adentros mirándola de reojo; era tan alocada… pero eso la hacía adorable. En el fondo, muy en el fondo, verla así la hacía feliz, ya que precisamente su carácter animado y divertido la había ayudado más de una vez a no perder la cordura cuando todo parecía perdido.

- Bien.- sonrió la vampira extendiendo sus brazos mientras una nube de humo negro empezaba a rodearla.- Nos veremos en las tierras vampiras… si conseguís llegar allí.- dicho esto, desapareció sin más.

Niiara apretó los puños sintiendo como si un trozo de hielo bajara por su espalda. Llevaba dos días sin dormir, preparándose a conciencia, preparando toda clase de bombas y explosivos. A sus pies descansaba una enorme bolsa con todos ellos, junto a otra de iguales dimensiones con un buen cargamento de ron y comida imperecedera, que había ido comprando mientras buscaba a Susu por la ciudad, y que, finalmente, había dejado en el suelo, en una de las muchas plazas que había en la ciudad, para descansar un poco antes de seguir buscándola. Susu, como siempre, llegaba tarde, pero esta vez tenía una justificación; había estado consiguiendo más información de un marinero borracho y ahora corría por las callejuelas para llegar al Bloody Wings cuanto antes, hasta que al pasar por una de las calles, reconoció la silueta de Niiara y con una alegre sonrisa, echó a correr hacia ella. Al acercársele, fijó su mirada al suelo y no pudo evitar sorprenderse:

- “¡Madre mía! Esta chica viene pisando fuerte con esa bolsa de explosivos...”- pensó echando a correr, llegando a los pocos segundos ante Niiara y exclamó: ¡Hola! ¿Lista para ir en busca de los pedruscos?

- ¡Hombre, por fin! ¡Creí que me iba a tener que ir sin ti!- rió con ganas.- ¡Claro que estoy lista, vamos! - tras echarse al hombro la bolsa de los explosivos, sacó una botella de ron de la otra bolsa y se la entregó a Susu.- Toma, para el viaje. – dicho esto, se cargó la otra bolsa también y echó a andar sin perder más tiempo.

- ¡Yuju!- palmoteó- ¡Cómo me conoces, ¿eeeeeh, Niiara?! -cogió la botella entusiasmada, y abrazándose a ella y cerrando los ojos le susurró a media voz mientras ralentizaba el paso:- Aquí estoy cariño, ni se te ocurra desprenderte de mí, ¿ok? - volvió a abrir los ojos y miró hacia todos lados al verse sola de repente - ¡¡ ¿Niiara?!!... – la aludida se giró inmediatamente; estaba unos metros por delante mirándola en silencio. Susu sonrió graciosamente - ¡Ah! ¡Ahí estás! ¡Qué susto...! – Niiara sonrió amablemente esperándola.

- ¡A mí también me gusta el ron, pero si nos quedamos adorando las botellas, no llegaremos jamás al barco!- reía.- ¡Veeeeeenga!

- Bueno, te sigo, te sigo… - en un par de zancadas, se había puesto a su altura y le había quitado una de las bolsas para aliviarle la carga, y ambas piratas se encaminaron hacia el Bloody Wings mientras charlaban animadamente. Pronto amanecería y la hora de zarpar llegaría con los primeros rayos del sol, que despuntaban por el horizonte justo cuando las dos alcanzaban por fin el Bloody Wings.
¡Llevo esto abajo, ve poniendo en marcha el barco capitana mía!- sonrió
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Niiara
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:30

- Susu cogiendo las bolsas con el ron y las bombas de Niiara.

Ésta sonrió caminando hacia el puente de mando y, tras desplegar el velamen y cortar un par de cabos, se hizo a la mar por primera vez en mucho, muchísimo tiempo.

Al cabo de una hora y media, se desató una tormenta enorme con peligro de hacer zozobrar el barco. Niiara sujetó el timón con fuerza esquivando varios arrecifes mientras las olas, embravecidas, sobrepasaban el casco del navío y parecían querer llevarlo a las profundidades. Susu había estado en las bodegas asegurando los barriles de carga hasta que el barco había empezado a sacudirse violentamente obligándola a sujetarse a la escalera que comunicaba con la cubierta inferior, donde había algunas hamacas para la tripulación.

- ¡Wow! ¿Qué ha pasado con el buen día que había? – exclamó con sorpresa.- Mejor subo a echarle una mano a Niiara- añadió a media voz antes de subir corriendo a cubierta apoyándose en las paredes para no caer; por su parte, Niiara sacudía la cabeza y escupía agua cada vez que una ola le pasaba por encima y amenazaba con derribarla.

- Maldita sea.... ¡empezamos bien!- al ver a su compañera aparecer por las escaleras en dirección al puente de mando, le hizo un gesto para que se detuviera.- ¡¡¡¡Susu!!!! ¡Pon las bombas a cubierto, que no se mojen!

- ¡Están en la bodega!- replicó la aludida con una sonrisa tranquilizadora mientras se sujetaba al pasamanos de una de las escaleras con fuerza para no caer rodando a cubierta.- Están en un sitio seguro, les he puesto trapos por encima para que no se mojen.

- Menos mal.... – musitó Niiara con un suspiro de alivio; en realidad, sabía que si Susu estaba con ella, no había de qué preocuparse. Era muy competente y siempre sabía qué debía hacer. Pero la calma no duró demasiado; un golpe de mar arrancó la cubierta y parte de los mamparos de proa, y la bodega comenzó a llenarse de agua con rapidez. Niiara cayó contra el timón con un grito llevándose un buen golpe en el hombro.

- ¡¡Agh!! –gritó como protesta.- ¿¿Qué ha pasado ahora??

- ¡¡Maldición!! ¡La munición! ¡¡Voy sacarla de la bodega!!

- ¡¡Deprisa!!- gritó Niiara rehaciéndose del golpe como pudo y sujetando con fuerza el timón nuevamente.- ¡¡Y los barriles de pólvora, súbelos también!! ¡En los camarotes deberían estar seguros!

- ¡¡Voy voy!!- replicó mientras saltaba a la bodega aprovechando los destrozos de la cubierta; entretanto, Niiara maniobraba con el timón esquivando algunas rocas que podrían llevarles a naufragar. Por su parte, Susu comenzó a cargarse de cosas para sacar de la bodega hablando consigo misma:

- Rápido, rápido, ¡¡Veeenga lentorra!! ¡Agh! ¡Maldita sea, cómo pesa el barrilito!- gritaba yendo de aquí para allá. De pronto, arriba, se escuchó a Niiara pegar un silbido intentando llamar su atención. Susu soltó el barril y subió a cubierta sin tardanza.- ¿¿Qué ha pasado Niiara??

- Necesito saber, ¿la vía es muy grande? – preguntó mientras una nueva ola le pasaba por encima y volvía a empotrarla contra el timón; tras ponerse nuevamente en pie con una mueca de dolor, empezó a escupir agua sin dejar de toser.

- ¡No para hundir! – respondió Susu cubriéndose la cabeza con el brazo para protegerse del golpe.- ¡Pero los mamparos no soportarán mucho si no los apuntalamos! –una nueva ola le hizo tragar más agua de la deseada y, con una arcada, empezar a escupirla. Niiara escupió también y sujetando el timón con todas sus fuerzas para que no se girase, miró a Susu; la situación se les iba de las manos.

- ¡Sé que es difícil, pero intenta apuntalar los mamparos y sellar la vía hasta que podamos llegar a tierra! - Un rayo cayó sobre el palo de mesana sellando las palabras de la pirata, partiéndolo y haciendo que una lluvia de astillas cayera sobre ésta, que se cubrió con el brazo profiriendo un grito de protesta- ¡¡Maldita sea...!!.¡Esto se está poniendo peor por momentos....! ¡¡Susu!! ¡Cierra la vía en primer lugar! ¡No estamos lejos de llegar a tierra…! ¡¡AH!! – con una mirada de horror, comprobó cómo el palo mayor, afectado por el rayo, se había partido y se le venía encima. A menos que hiciera algo inmediatamente, la aplastaría y destruiría el timón, por lo que, pidiendo perdón entre dientes, lo giró violentamente, logrando que cayera a escasos milímetros del timón y de ella misma. Después, temblando de la cabeza a los pies, recuperó el rumbo correcto. Hacía mucho que no se veía tan cerca de la muerte. Por suerte, Susu estaba ilesa, aunque no más tranquila que ella.- ¡¡Ve….venga….!!- apremió ayudándose de un gesto de su mano.

- ¡En… enseguida!– la aludida se apresuró a reunir los materiales para arreglar la vía, pero la virulencia de la tormenta no tardó en agrandarla, poniéndoles las cosas todavía peor a las jóvenes piratas; la carga ya había comenzado a flotar por la bodega y el oleaje había acabado por destrozar algunas cuerdas, liberando el resto de la carga, que volaba de un lado a otro sin control y estaba provocando serios daños en la estructura del navío.

Niiara miró al frente apartándose el flequillo de la cara; la tormenta las mantenía atrapadas en medio del mar, sin posibilidad de llegar a su destino ni volver atrás. Cualquier maniobra podía acabar en naufragio. Iban a tener que arriar velas y arreglar la vía antes de seguir. Pero… si seguían así… Con un gesto de preocupación, echó una mirada a Susu, que corría por cubierta y por la bodega alocada y graciosamente en busca de madera.

- Uno, dos, tres, cuatro...- se la oía, apenas un murmullo lejano medio ahogado por el rebramar de las olas y los estallidos de los rayos.

Niiara sonrió cerrando los ojos y agachando la cabeza para protegerse del golpe de una enorme ola que a punto estuvo de tirarla por la borda; para que ella pudiera cumplir su misión, era su deber… no, su obligación, mantener el navío firme. Y así sería. Susu, por su parte, había cogido el martillo rápidamente y, justo delante de la vía, aguantando las embestidas del agua que seguía entrando sin detenerse, había empezado a repararla a toda velocidad, procurando sellarla cuanto antes.

- Venga, ¡rápido, rápido...!- volvía a murmurar para sí misma. Por fortuna para las dos, la fuerza de la tormenta empezó a disminuir pasados unos diez minutos. Ahora era su oportunidad para reparar los daños más graves; Para entonces, Susu estaba acabando de apuntalar las mamparas, pero aún le quedaba otra; el agua había causado serios daños al soltar la carga y vapulearla por la bodega, y no podía hacerlo sola. Además, el oleaje había arrancado algunas de las maderas que Susu había colocado sellando la vía y se había reabierto. Niiara lo sabía y por ello, sin perder ni un minuto, atrancó el timón con unas cuerdas, le pegó una patada a la cadena del ancla y se aseguró de que ésta cayera al mar y bloqueara cualquier posible avance del navío. Por último, corrió a la bodega para ayudar a Susu con un segundo martillo que encontró ya en la misma bodega.

- Menudo comienzo, ¿eh? – sonrió sarcásticamente mientras se situaba en una mampara cercana a la de Susu y empezaba a afianzarla con clavos y trozos de madera que flotaban por allí a toda velocidad. La aludida, al verla aparecer, sonrió un poco más tranquila; la ayuda por fin había llegado.

- ¡Ven, ven, corre!- pidió señalando la mampara que estaba arreglando.- ¡Que no puedo con todo! – Niiara apuntaló la mampara que estaba arreglando y corrió a ayudarla. Susu le sonrió animadamente pese al cansancio que ya empezaba a dejarse sentir.- ¡Entre las dos lo haremos más rápido! – Niiara asintió y tras afianzar las mamparas, corrió a sujetar algunos tablones para cerrar la vía abierta en el casco definitivamente. Susu sonrió mirándola mientras aguantaba los tablones y le tocó suavemente en el hombro para captar su atención. Niiara se giró hacia ella y Susu sonrió más ampliamente.-Voy a por más madera y clavos, ¿ok?- Niiara asintió devolviéndole la sonrisa mientras la apremiaba para que se diera prisa, y Susu se alejó con rapidez mientras pensaba en voz alta:- ¿Dónde estaban...? ¿Dónde estaban...?- seguía murmurando mientras se detenía ante un barril que aún seguía en pie debido a su peso. Susu lo abrió con rapidez y su rostro se iluminó con una graciosa sonrisa.- ¡¡Ayyy!! ¡Aquí! ¡Bien!- palmoteó risueña antes de coger todo el material que pudo y regresar corriendo junto a su capitana, que seguía aguantando los tablones con firmeza. Un cuarto de hora después habían logrado cerrar la vía y achicar gran parte del agua que inundaba la bodega del Bloody Wings.- ¡Creo que lo estamos consiguiendo, Niiara! ¡Bien! ¡Las cosas mejoran! – reía Susu. Niiara, contagiada por su alegría, se detuvo un momento exhalando un suspiro y se apoyó en el casco con actitud pensativa.Sí.... sólo nos queda achicar agua y hacer balance de daños antes de seguir…- Una vez terminada toda la reparación, Niiara empezó a hacer el balance de daños; no pasó demasiado tiempo hasta que se dio cuenta de que no había ni una sola botella entera de ron, y de que la comida que había en la misma bolsa se había echado a perder al mojarse con el agua salada del mar. Apretó los puños parándose en seco. Quizá no le dolía tanto la pérdida de la comida como la pérdida de todas las botellas de ron.- ¡¡¡¡¡MIERDA!!!! – gritó hecha una furia, sobre todo, consigo misma. El ron era su bien más preciado después de sus bombas, las cuales, por fortuna, no habían llegado a explotar, y la pérdida de éste era, para cualquier pirata, una faena de las gordas. Muchos se habían amotinado ante su falta contra el capitán, y habían llegado a matar por ello. Niiara no formaba parte de ese grupo, pero adoraba el ron igual que los demás piratas, por lo que calmarse le llevó un buen rato, y sólo entonces, decidió subir a cubierta, donde las noticias, desgraciadamente, no eran mejores; unas nubes negras procedentes de una tierra llena de oscuridad se les estaban echando encima y no tardarían más de una hora en alcanzarlas. Con una mueca de desesperación, volvió a requerir la presencia de su compañera con un grito de protesta.- ¡¡Agh!! ¡¡Maldita sea.... así no podemos zarpar!! ¡Susu! ¡Ayúdame a sacar el barco de aquí! - Una Susu al borde de la desesperación
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Niiara
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:31

- subió a cubierta al oír su nombre; allí se encontró a Niiara en un estado bastante peor que el suyo, profiriendo gritos y maldiciendo a voces, por lo que decidió acercársele y abrazarla por la cintura con fuerza.- ¡Tranquila, Niiara! ¡Ya se nos ocurrirá algo! Respiiira hooondo... ¡Venga! – susurró en su oído. La capitana cerró los ojos y siguió sus instrucciones dócilmente. A decir verdad, Susu era de las pocas personas a las que obedecía sin rechistar, lo que despertaba las envidias de más de uno y los sarcasmos de Niiara. Susu sonrió suavemente sin soltarla, pero no pudo contener su emoción y su sorpresa al ver una silueta aparecer algunas millas por delante de ellas, y como era su costumbre, y sin pararse a mirar debido al entusiasmo, abrazó a Niiara con fuerza:- ¡NIIARA! ¡¡Nuestra salvación!! ¡¡¡Barco a la vista!!!- le chilló en el oído; ésta se apartó sobresaltada pegando un grito de sorpresa mientras se llevaba las manos a los oídos. Susu se sonrojó y la miró con una expresión de inocencia que la hacía parecer de lo más infantil.- Huy… Lo… lo siento…

- Agh…. ¡Gracias por el aviso….!- espetó la joven mientras se llevaba la mano al pecho, comprobando que el corazón le latía aún a mil por hora; el susto había sido mayúsculo. Al ver que Susu hacía ademán de acercarse para comprobar si estaba bien, extendió la mano hacia ella deteniéndola inmediatamente.- ¡No! No…. Tú…. Ve a ver si podemos llamar su atención, anda…. Pégales un grito desde el mascarón…- Susu asintió y se giró hacia el barco, pero comprobó con amargura cómo éste, en vista de la tormenta que estaba por llegar, había cambiado el rumbo y se alejaba de ellas.

- Oh... Nya…- se giró hacia ella con una expresión triste. Niiara apretó los puños y, echando mano de unas cuerdas que había visto en la bodega, regresó a cubierta. Se le había acabado la paciencia.

- ¡¡Se acabó!! ¡¡Ayúdame!! – gritó cogiendo la cuerda y ató un extremo al palo mayo, atando el otro extremo al trinquete, sin fijarse en que una gaviota pasaba por allí y decidió dejarle un regalito en la cabeza a Niiara, quien al notar que algo acababa de caerle encima, se llevó la mano y comprobó, con una mueca de asco, que era un excremento de gaviota almizclera; aquello terminó de encenderla, ya que sabía por la tripulación de la Perla, que el olor no desaparecería hasta tres días más tarde.- ¡¡¡¡AGH!!!! ¡¡¡¡LA MADRE QUE....!!!! – gritó completamente fuera de sí. Sin miramientos, alzó la vista al cielo; la gaviota no estaba lejos, por lo que echó mano de su pistola y le descerrajó un tiro al animal, que cayó fulminado en cubierta.

- ¡Hey! – lloriqueó Susu, que volvía con nuevos trozos de madera para asegurar después el palo mayor, y que había visto cómo el cadáver del pájaro caía a plomo a escasos centímetros de ella.- ¡Casi me cae en la cabeza la gaviota, Niiara! ¡Y hoy llevo mi pañuelo favorito!- la sangre se le heló en las venas al ver asomar en el rostro de Niiara una mirada asesina acompañada de una sonrisa cruel que solía usar cuando estaba a punto de matar a alguien de la manera más horrenda posible.

- Alégrate de que tengamos comida para hoy…- susurró. Susu sonrió y se le acercó con paso lento y tranquilo; cogió sus manos suavemente haciéndole soltar la cuerda. Niiara se giró hacia ella confusa. Susu, satisfecha de haber conseguido calmarla en parte sólo con eso, le sonrió cálidamente

- Vale...- dicho esto, se coló rápidamente entre sus brazos y le dio un suave abrazo.-No te enfades… venga, que en 3 días se irá el olor.- agregó con una suave risilla. Niiara suspiró con resignación.

- Me preocupa más eso.- respondió señalando el palo mayor caído aún junto al timón y las astillas de lo que fue el palo de mesana, que se esparcían por toda la cubierta junto a otros trozos de madera procedentes de la cubierta y de cajas rotas.- El resto lo podemos solucionar.... pero aún así.... –sonriendo suavemente, le devolvió el abrazo y le susurró al oído.- Gracias…

No hay de qué.- Susu sonrió cogiendo la cuerda a la vez que Niiara y empezaron a tirar. Sus fuerzas estaban ya muy mermadas debido al cansancio, pero aún así, lograron, poco a poco, devolver el palo mayor a su sitio, momento en el que Niiara lo aseguró con varias cuerdas, trozos de madera y metal que encontró desperdigados por cubierta con rapidez. Susu sonreía aguantando las cuerdas para que el palo mayor no cayera otra vez.- Avísame cuando pueda soltar-

- ¡Ya! – respondió con una sonrisa.- con esto debería aguantar hasta que lleguemos allí. Ahora…. trae sábanas, a ver qué puedo hacer con el velamen… y…- se detuvo alzando la mirada al cielo para hacer memoria.- no sé si habrá trozos de lona por ahí....si los ves, tráelos también, por favor.

- ¡A sus órdenes!-Susu bajó a la bodega obedientemente y tras echar un rápido vistazo, se acercó a un saco, el cual abrió con curiosidad.- ¿Qué es esto? ¡Wow! ¡Viva mi vagueza!- exclamó con una sonrisa; cogió lo encontrado y regresó corriendo a cubierta; una veza allí, se acercó a Niiara y le puso el saco al lado con una gran sonrisa.- ¡¡¡Nya!!! ¿Te acuerdas del pueblecito aquel en el que robamos? ¿Que me dijiste que bajara a tierra todas las cosas?- al ver asentir a su capitana, la sonrisa de Susu se amplió con un gesto triunfal.- ¡Pues mira! ¡Tachan!- canturreó descubriendo un saco de telas. Niiara sonrió, gratamente sorprendida ante la buena noticia y saltó a sus brazos riendo.

- ¡¡Eres genial, Susu!! ¡Esto nos va a facilitar mucho! – Dicho esto, Susu y Niiara se subieron por el mástil cantando a pleno pulmón mientras remendaban las velas a toda velocidad, sin perder de vista las nubes de tormenta que se les venían encima.

Cosiendo, cosiendo, llegaremos lejos, lalalalalala... - cantaba Susu mientras cosía con rapidez. Niiara se echó a reír al oírla. Una vez remendadas las velas, Niiara saltó al timón de nuevo y puso el navío en marcha.

- ¡Segundo intento! ¡Más vale que esta vez salga bien! – exclamó con una animada sonrisa; parecía que después de todo, el plan seguía adelante tal como lo habían previsto. En esa ocasión, la suerte sí estuvo de su lado; las nubes que tenían encima no desataron tormenta alguna, lo que les dio un respiro para llegar, finalmente, a las tierras vampiras.

- ¡Tierra a la vista! – gritó Susu, que estaba en la proa oteando el horizonte. Al ver que su destino eran unas tierras llenas de oscuridad, un escalofrío la sacudió; aquello era de muy mal fario.- Ay madre, lo que nos espera…- murmuró empezando a preocuparse. Niiara sonrió y ató el timón con una cuerda para acercarse a ella y situándose a su lado, ponerle una mano en el hombro captando su atención.- ¿Eh…?

- Bueno.... ya sabíamos que no sería fácil, ¿verdad? – preguntó apretándole el hombro cariñosamente. Susu sonrió dejando de lado sus temores. Podrían con ello. Acababan de sobrevivir a una tormenta y habían arreglado el barco ellas dos solas.

- ¡Ajá, cierto! - Una vez el Bloody Wings alcanzó las Tierras Vampiras, Niiara recogió sus bombas y salió del barco seguida de Susu, quien, tras coger todo lo que iba a necesitar, salió correteando del barco y casi se tiró en plancha para besar el suelo firme.-¡Al fin, al fin...! ¡¡Cómo te quiero, tierraaaa!! – Niiara no pudo evitar soltar una carcajada; sólo estaban a un par de horas de su isla y parecía que hubieran pasado años en alta mar.

Decidió dejarla a lo suyo mientras adoraba el suelo firme y echó un vistazo a su alrededor. Su rostro se tornó serio inmediatamente: la oscuridad de las tierras vampiras lanzaba halos y más halos de azulada y sombrea niebla que se enroscaba en los sólidos y tenebrosos arboles y se deslizaban suavemente entre el árido y rocoso suelo. Todo parecía en calma… al menos por el momento.

- Tanto silencio hace que se me ponga la piel de gallina… - murmuró Susu, ya de pie. Niiara suspiró; estaban pensando en lo mismo, a ella tampoco le daba buena espina tanta tranquilidad.- ¡Ayss, joer, cómo odio las nubecitas estas! ¡No dejan ver nada!- protestó Susu; con un suspiro, Niiara volvió a entrar al Bloody Wings en busca de algo que les sirviera como antorcha. Susu sonrió esperando cerca del barco con la vista fija en el mar hasta que notó que algo le apretaba el tobillo derecho. Al bajar la vista, se encontró con un cangrejo blanco del mismo tamaño que su pie enganchado a ella, y haciendo cada vez más presión.- ¡Cachis! ¡Fuera, bichito! ¡Correeee...!- espetó empezando a sacudir la pierna de forma bastante cómica. El cangrejo, por su parte, se limitó a apretar más sus pinzas.- ¡¡¡¡Ah!!!!! ¡¡¡Ahora me estás haciendo daño!!! ¡¡Suéltameeee!!- gritaba corriendo de un lado a otro hasta que decidió, presa de la desesperación, arrancar una rama de un árbol y golpear al cangrejo para que la soltara.

La maniobra tuvo éxito, hasta que Susu empezó a escuchar una serie de chasquidos, como si un montón de huesos estuvieran chocando entre sí mientras se acercaban a ella a toda velocidad y, antes de poderse dar cuenta, estaba rodeada por cientos de cangrejos que habían aparecido como de la nada para defender al cangrejo que ella golpeó.

- ¡Primero, nubes tenebrosas! ¡Y ahora, cangrejos asesinos!- con un grito de pánico, entró corriendo en el Bloody Wings con la esperanza de poder escapar de ellos.

Sin embargo, los cangrejos empezaron a subir por el casco, y para complicarlo todo más, en la cubierta del barco, lo primero que vio Susu fueron unos cuantos ojos brillantes acechar desde los escasos escondrijos del maltrecho navío, y la pirata no tardó en reconocerlos; eran Desmodus Rotundus, murciélagos de entre 6 y 9 centímetros que podían pesar entre 25 y 40 kilos; su pelaje era denso, de color café mezclado con un tono grisáceo, y tenían la cara aplanada, de la cual asomaban a ambos lados orejas pequeñas y puntiagudas. Tenían los incisivos superiores anchos y filosos, e intentan llevarse comida a la boca; pero sin duda, el peor dato que conocía sobre ellos era lo mucho que les gustaba la sangre. ¡Oh no!- echó a correr de nuevo a tierra yendo de un lado a otro.- ¡No me pillaréis, tengo dos patas más grandes!- gritó mientras sonreía triunfal sin
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Niiara
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:32

- dejar de correr a toda velocidad perseguida por los murciélagos y los cangrejos; por su parte, los murciélagos se dirigieron hacia ella guiándose por su olor.- ¡¡NIIARA!! ¡¿¿Dónde carriso te metes??!- gritaba al borde de la desesperación; al no obtener respuesta, decidió usar una de las tácticas de su capitana, que en más de una ocasión les había salvado la vida a la par que destrozaba todo lo que pillaba a su paso; Niiara solía llamarlo “daños colaterales” para quitarle importancia antes de escapar del lugar en cuestión recibiendo una retahíla de improperios por parte de los supervivientes y alguna que otra pedrada, pero no le importaba demasiado.

Susu echó a correr hasta una distancia prudencial mientras cogía una bomba hecha a mano por Niiara; era de mecha corta, pequeño tamaño pero gran potencia que tenía guardada desde hacía tiempo y, tras encender la mecha con el sistema de disparo de su pistola de chispa, arrojó la bomba contra los cangrejos y los murciélagos; ésta hizo explosión en cuanto tocó la arena. Cuando la nube de polvo y humo se disipó, los cangrejos habían desaparecido, pero los murciélagos seguían allí; habían podido esquivar la explosión por los pelos y aunque presentaban algunas heridas, no revestían demasiada importancia; lo malo era que la explosión sí había logrado enfadarlos de verdad.

- Al menos los cangrejos se han ido… - suspiró Susu, intentando ver el lado positivo de todo aquello.- ¡Uff! Menos mal... – los murciélagos, por su parte, no parecían dispuestos a darle tregua y con un graznido aterrador, alzaron el vuelo. Esta vez, su ataque contra la pirata no fallaría. Susu se quedó bloqueada en el sitio y a lo único que acertó fue a cubrirse la cabeza con los brazos en un vano intento por protegerse. Aquellas criaturas eran demasiado rápidas. No podría defenderse… haría falta un milagro para que sobreviviera. Cerró los ojos y ahogó un chillido de pánico. Los murciélagos estaban a punto de alcanzarla. El batir de sus alas se le antojaba un sonido aterrador, y justo cuando iban a herir la piel de la pirata con sus garras, se escuchó un cañonazo en la cubierta del Bloody Wings; el impacto contra los murciélagos había sido directo y habían caído dos con un solo disparo. Los murciélagos restantes alzaron el vuelo profiriendo graznidos y chillidos de protesta. Susu abrió los ojos temerosa. Aquello debía haber sido producto de su imaginación… Al mirar hacia el barco, su animada sonrisa volvió a aparecer en su rostro. Niiara estaba allí, persiguiendo a los murciélagos con los cañones. Se deshizo de uno que se le acercaba por detrás de un disparo en la cabeza antes de situar los cañones sin perder tiempo.- ¡¡BIEN!! ¡Ya era hora! – vitoreó. Niiara sonrió mirándola.

- Perdón por la tardanza…. ¿me has echado de menos?

- ¡Un poco! – Niiara respondió con una nueva carcajada y disparó el siguiente cañón acabando de golpe con otros dos.- ¡Yuju! – aplaudió Susu.- ¡Ahí tienes otro, a la derecha!-señaló. Niiara se giró con rapidez tirando de una cuerda que tenía enrollada al brazo derecho; un tercer cañón se disparó impactando contra la cabeza del murciélago señalado por Susu, que observaba con alivio cómo la situación volvía a estar bajo control.- ¡BIEN! ¡Así se hace!-aplaudió. Niiara sonrió volviéndose hacia ella.

- ¡Gracias, pero ahora sube aquí y recárgame por lo menos uno! ¡No tenemos demasiados cañones y aún quedan seis murciélagos!

- ¡Voy, voy!- Susu corrió a cubierta y empezó a cargar los cañones mientras Niiara aguardaba el momento preciso para disparar; milagrosamente, aún les había quedado algo de pólvora seca y munición, aunque fuera escasa.- ¡Cargado! ¡Éste está listo para disparar, Nya! – Ella asintió tirando de una segunda cuerda y acabando con otro murciélago e hiriendo a uno más de gravedad. Mientras tanto, un murciélago intentaba chupar la sangre de Susu revoloteando por encima de ella intentando que no pudiera recargar. Al verlo, Niiara echó mano de su bota y cogiendo una daga, echó a correr contra su amiga y compañera.

- ¡¡¡SUSU!! ¡¡CUIDADO!!- gritó tirándola al suelo y colándose entre el murciélago y ella. Antes de que éste pudiera llegar a herirla con sus garras, degolló al murciélago con un movimiento certero. El animal profirió un rugido de dolor y tras retorcerse mientras se desangraba con rapidez, cayó sobre las dos piratas. Niiara se quitó el cadáver de encima de una patada y, rápidamente, se giró hacia su compañera.- ¡¡¡Susu!!! ¿¿Te ha mordido?? – gritó preocupada. Su compañera le sonrió tranquilizadora.

- No… Uff, menos mal… Muchas gracias, Nya… ¡Qué incordio de bicho!- protestó, quitándole hierro al asunto; tras quitarse de encima de ella, Niiara exhaló un suspiro de alivio y se guardó la daga dentro del fajín, en la espalda.

- Menos mal.... Oye, ¿hay más de estos? A lo mejor podemos usar su sangre para camuflar nuestro olor..... y que así nos dejen en paz….- murmuró echando un vistazo a su alrededor tras comprobar que parte de sus ropas estaban manchadas de sangre. Susu se incorporó del suelo con rapidez, ayudada por su capitana.

- ¡Buena idea!- palmoteó.- ¡Recojámoslos! - Niiara asintió reuniendo los cadáveres con paso lento; la idea era de todo menos apetecible, pero sí era necesario para evitar nuevos ataques…. O al menos, para intentar evitarlos. Con una mueca de desagrado, empezó a empaparse la ropa con la sangre del murciélago que acaba de degollar.

- Puaj.... qué asco..... - murmuró conteniendo una arcada. Susu no lo llevaba mucho mejor, de hecho, ambas estaban a punto de vomitar, y después de un largo rato de intentos por contenerse, lograron acostumbrarse al olor de la sangre animal. Sólo entonces, se sentaron sobre unas cajas en cubierta. Aún tenían que averiguar el camino a tomar en tierra.

- “Debéis ir hacia las cuevas y subterráneos de los ojos de Ginebra pasando por un paso del bosque.” – recordó Niiara en silencio; aquella fue la única información extra que había podido sonsacarle a aquella vampira en la taberna. Sin embargo, hacerse con el mapa no era cosa suya. Miró a su compañera, que ya estaba rebuscando en los bolsillos de sus pantalones hasta dar con un gastado trozo de cuero en el cual había dibujado un sencillo mapa de la zona en la que se encontraban y, marcado en rojo, un posible recorrido a seguir. Niiara echó un vistazo al mapa con aire pensativo.

- Supongo que, ya que tenemos que adentrarnos… esta sería una buena ruta, ¿no? ¿Cómo lo ves tú?- preguntó Susu señalando la línea trazada en rojo.

- Sí....- asintió la aludida.- pero, tal y como está la cosa, creo que lo más rápido, es ir por este camino.... por medio del bosque.- dijo señalando un pequeño camino que se podía adivinar entre los árboles; era más directo que el camino marcado por Susu, por lo que deberían tardar menos tiempo en recorrerlo, sin embargo, al meterse en el bosque, podía ser más peligroso.

- Sí, te doy la razón.- coincidió Susu.- ¿Ya tienes todo lo necesario para irnos?-Niiara asintió levantándose para recoger el cadáver de la gaviota ante las risas de Susu.

- Sí, vámonos.

- ¿Pero qué piensas hacer con eso?- reía. Niiara sonrió.

- Por si se nos hace tarde y no encontramos nada para cazar. ¡Arreando!

El bosque estaba oscuro y había cientos de arboles tenebrosos a su alrededor; Niiara caminaba con el bolso de bombas al hombro y con la gaviota muerta en la otra mano mientras miraba a su alrededor. Aquello no le gustaba ni pizca; Susu, por su parte, había sacado una de sus espadas mientras se adentraba en el bosque mirando a todos lados en alerta.

- Esto no tiene buena pinta....- murmuró Niiara.- No me imaginaba que las tierras de los vampiros fueran así.

- Sobre todo porque siendo sólo dos piratas lo vemos peor- respondió Susu mientras caminaba a su lado. Niiara exhaló un suspiro de resignación.

- No sé.... yo creo que aunque fuéramos veinte lo veríamos igual o peor... ya sabes que los hay la mar de supersticiosos y no les habríamos metido aquí ni muertos.

De repente, algo interrumpió la conversación y se arrojó contra Niiara, arrebatándole la bolsa de las bombas del hombro y el cadáver de la gaviota almizclera; acto seguido, las tiró lo bastante lejos como para impedir que la joven pirata pudiera recuperarlas. Niiara se giró con un grito de protesta, pero éste se convirtió en un grito de espanto; ante ella había una enorme planta carnívora, de ocho metros de alto y de dientes afilados.

- ¡¡¡¡AH!!!!

- ¡Nooooo!-gritó Susu bajando la guardia al oír a Niiara; en ese momento, una de las plantas cogió a Susu por la cintura y la alzó del suelo con violencia. Niiara desenvainó su espada inmediatamente al ver aquello.

- ¡¡¡¡SUSU!!!! – la pirata sacó su navaja con rapidez y sonrió a Niiara de manera tranquilizadora, algo que descolocó a Niiara por completo; ¿cómo podía estar tan tranquila en una situación como aquella?Entre las dos podremos, ¡Nya! ¡Vamos!- Niiara sonrió; desde luego, la actitud de Susu era admirable. Sin perder más tiempo, ambas piratas empezaron a cortar la planta intentando que ésta soltara a Susu sin obtener demasiado éxito; el tallo era demasiado grueso y no era fácil de cortar. Por su parte, la planta no estaba dispuesta a rendirse sin luchar, y se sacudía violentamente zarandeando a Susu como si de un guiñapo se tratara.- ¡La planta cada vez tiene más fuerza, joer!- protestaba Susu con una mueca de dolor; aún así, consiguió cortar algunas ramas que le pegaban en la cara, y tras eso, intentó el tallo, que empezaba a asfixiarla, mientras su capitana se esforzaba por ayudarla; harta, Niiara hundió la espada en el tallo de la planta y, ayudándose del pie, lo atravesó, aún con bastante esfuerzo y con
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:33

- un grito de frustración.

- ¡¡Una menos!!- gritó victoriosa. mientras Susu caía a su lado junto con el tallo de la planta muerta, libre al fin.

- ¡Vaya fuerza tienes, Nya, me hace sentir más tranquilidad en este sitio! – rió Susu.- Tengamos cuidado de las plantas, intentemos no acercarnos mucho… - Niiara asintió en silencio, pero no parecía dispuesta a moverse de allí. Susu la apremió cogiéndole de la mano y tirando suavemente de ella.- Pero vámonos ya, no perdamos más tiempo…- Niiara negó; Susu se detuvo y la miró.

- ¡Yo no puedo, me han quitado las bombas! ¡Tengo que recuperarlas!

- ¡Ah, es verdad!- recordó Susu mirándola.- Pero… ¿Sabes dónde han caído?

- Eh..... no.....- se lamentó Niiara con un suspiro mientras bajaba la cabeza y se rascaba la nuca con una mueca de desagrado.

- Siento decir que, tendremos que apañárnoslas sin ellas.-coge a Niiara del brazo-Vamos, no tenemos mucho tiempo-apremió.

- Pero.... ¡¿Cómo nos vamos a enfrentar sin ellas?! – exclamó Niiara volviéndose hacia Susu y mirándola como si acabara de decir una locura. Ésta se encogió de hombros.

- Yo sólo tengo tres, de algo servirán, ¿no? – sonrió conciliadora.- En todo caso, no podemos ir a por las tuyas, porque es un gran riesgo y no hay tiempo… tendremos que luchar con nuestras propias manos.-Niiara suspiró con resignación.

- Recuérdame que le prenda fuego a este bosque cuando nos vayamos.- murmuró. Aquello había desbaratado sus planes por completo. Tendría que apelar a la improvisación y rezar para que funcionara bien.

- ¡Dalo por hecho!- Susu sonrió animadamente y volvió a tirar del brazo de Niiara.- Vamos… será mejor no estar tanto tiempo quietas, mantengamos el movimiento antes de que nos localicen otras plantas de estas...

- Voy, voy… - replicó la pirata mientras trastabillaba tras Susu. Cuando ya estaban a punto de salir del bosque, las plantas carnívoras se dejaban ver, pero no se movían. Aquello no le gustaba en absoluto. Antes de poderse dar cuenta, la tierra se hundió bajo sus pies y cayó a un agujero hondo raspándose toda la piel. Niiara profirió un grito de dolor al dar con sus huesos en el fondo del agujero, donde había varias piedras de aspecto irregular que emergían de la tierra en compañía de varias raíces de árboles y diferentes plantas; por fortuna, no tenía heridas graves, pero por el momento, estaba clavada en el sitio y se le había cortado hasta la respiración.

- ¡¡¡¡NYA!!!!!- Susu corrió hasta el borde del agujero y estiró el brazo en un vano intento de cogerla; sin embargo, el agujero era demasiado hondo para alcanzarla.- ¡Nya! ¿Estás bien? – gritó. Niiara respondió con un leve quejido de dolor. Al menos, estaba consciente. Susu miró a todos lados para asegurarse de que no hay nadie que pudiera interferir y causarles más problemas, y con rapidez, buscó entre sus pertenencias algo que le fuera de utilidad; al encontrar una larga cuerda, sonrió sacándola y agitándola sobre la entrada del hoyo para mostrársela a su capitana- ¡Mira! – Niiara se había sentado a la espera de poder reaccionar de alguna manera. Tenía la espalda apoyada en una de las paredes de tierra del hoyo y alzó la vista para atender a Susu sin molestarse en apartar los cabellos de su rostro.- ¡Tranquila, te sacaré de allí, aguanta!- Al verla, Niiara sonrió y se levantó con cierta dificultad.

- ¡Claro....! – al instante, Susu se agachó y arrojó un extremo de la cuerda, el cual se descolgó al lado de la pirata.

- ¡Cógela!- la luz no era muy buena y aunque Susu sí pudo distinguir cómo su capitana se ponía en pie, no podía distinguir qué estaba haciendo realmente, por lo que tras unos segundos, instó a que la respondiera nuevamente.- ¿La tienes?-

- ¡Sí, vamos! – replicó la aludida tras enrollarse el extremo alrededor del brazo y dar un leve tirón para demostrarle que estaba lista. Justo antes de empezar a escalar por la pared, un rugido se dejó escuchar no muy lejos de Niiara. Ésta se giró de inmediato; seis ojos rojos habían empezado a brillar en la penumbra, y juraría que cada par pertenecía a una cabeza diferente. Fuera lo que fuera aquella criatura o criaturas, lo que sí tenían eran unos colmillos blancos y afilados del mismo tamaño que su cabeza, por lo que volvió a mirar a Susu con los ojos como platos.- ¡¡¡Vamos, vamos!! ¡¡Sácame de aquí, tira!! – Susu, que también había oído el rugido, empezó a tirar con fuerza. Niiara, por su parte, empezó a escalar con rapidez. Justo cuando se elevó a un par de metros del suelo, un enorme perro demoníaco de tres cabezas se abalanzó contra la pared. Niiara se detuvo para mirar hacia abajo, pero al ver a aquella criatura, deseó no haberlo hecho. El perro volvió a rugir y profirió un ladrido ensordecedor. Si no hacía algo inmediatamente, no saldría de ésa. Por fortuna para la pirata, algunas piedras estaban suficientemente sueltas, por lo que se detuvo a mitad de la escalada. Susu la miró pálida.

- ¡¡¿¿PERO QUÉ HACES??!! ¡¡VAMOS!!

- ¡Sujétame! – respondió Niiara mientras empezaba a darle patadas a la pared y a escarbar con el brazo que tenía libre, a la par que arrojaba pequeñas cantidades de polvo y tierra sobre el perro demoníaco, lo cual sólo logró enfurecerlo más. Susu estuvo a punto de desenfundar su pistola, pero sabía que si soltaba la cuerda aunque sólo fuera con una mano, el perro alcanzaría a Niiara y acabaría con ella, así que se obligó a seguir las órdenes de la joven mientras rezaba para que su plan funcionara.

- ¡¡NYA!! ¡¡CUIDADO!! – chilló Susu con el corazón en un puño. El perro iba a saltar sobre su capitana, harto de que ésta le arrojara tierra a los ojos. Niiara se giró justo a tiempo y con ayuda de Susu, saltó hacia otra pared alejándose del perro por muy poco; sin embargo, éste aprovechó el impulso para lanzarse sobre Niiara, apresarla contra la pared, y lanzar una de sus cabezas sobre ella. Susu cerró los ojos con un chillido de espanto; estaba segura de que Niiara moriría, pero a la vez que Susu, se escuchó un segundo chillido, un aullido de dolor. Susu hizo un esfuerzo y se obligó a mirar nuevamente, ahogando una exclamación de sorpresa; Niiara se había hecho, antes de saltar, con una piedra bastante grande e irregular, que había hundido contra el estómago del perro, paralizándole. Niiara le dio un empujón y el perro se precipitó al fondo del agujero, donde cayó con estrépito. Niiara dejó caer la piedra y se quedó inmóvil unos segundos. Estaba agotada y a punto de soltarse de la cuerda. Susu se percató de ello y empezó a tirar de nuevo sin dejar de hablarle para mantener su atención; una vez fuera, la alejó del agujero y la tendió en el suelo, recostándola entre sus brazos y apoyando la cabeza de ésta en su hombro. - ¡Bien! – sonrió, aunque no ocultaba su preocupación ante las heridas, magulladuras y el mal aspecto general de su capitana.- Uff....ha estado cerca… ¿Estás…. bien?

- He estado peor… - sonrió Niiara, que respiraba agitadamente por el esfuerzo que había tenido que hacer y mantenía los ojos cerrados para evitar que el sol la cegara. Susu se rió con ganas.

- No tienes que hacerte la valiente, si quieres quejarte….

- Me duele todo.- atajó Niiara con rapidez.- Usaría la pluma…. Pero es que no me puedo mover, así que… si eres tan amable…. – agregó mientras llevaba la mano a su cinturón, pero la mano de Susu cogió la suya y la detuvo con suavidad. Niiara la miró extrañada. - ¿Qué pasa?

- ¿Pluma? ¿Qué pluma? – Susu la miró con curiosidad.

- Ah…. Claro, tú no lo sabes…. – murmuró recostándose nuevamente en el regazo de su compañera y cerrando los ojos para hacer memoria.- Verás, es una pluma mágica… cura las heridas al instante y se puede usar una vez para librarse de la mismísima muerte.

- ¿¿De la muerte?? – Susu abrió los ojos de par en par. Niiara asintió con brevedad.

- Sí. Su uso es muy sencillo… Simplemente hay que pasarla por las heridas y lesiones existentes, como si las acariciaras, y se curan instantáneamente. Lo bueno es que ese uso es infinito, la pluma no pierde poder por usarla de esta manera… sin embargo, si alguien resulta herido de muerte y fallece, si se hunde la pluma en la herida que le ha causado esa muerte, la persona revive, pero la pluma desaparece y jamás puede volver a usarse. En caso de que haya muerto por enfermedad, lo que se hace es abrir el pecho del fallecido y hundirla en el corazón de éste.

- Impresionante…. ¿y cómo te hiciste con ella?Fui siguiendo leyendas hasta que di con el lugar donde estaba… la verdad es que no fue nada fácil conseguirla.- relató la joven capitana mientras se soltaba de Susu, quien no la había soltado en ningún momento, acercaba la mano en una de las bolsitas de cuero que colgaban de su cinturón y la abría con cuidado; cuando la sacó, entre sus dedos había una hermosa pluma blanca, un poco más grande que su mano, bastante flexible, que tenía un cierto resplandor dorado en los bordes. Susu no pudo sino ahogar una exclamación de sorpresa al verla.- Se la conoce como la Pluma del Ángel. Acorde a las leyendas, un ángel descendió del cielo en un momento crítico para la raza humana y decidió prestar su ayuda para favorecer a los humanos ante las guerras que tenían ante sí por su supervivencia contra diferentes monstruos, titanes y demonios, pero cuando todo acabó, el ángel decidió dejar bajo la custodia de los humanos cinco plumas de sus alas. Se cuenta que dos de las cinco se han perdido definitivamente debido al mal uso que les dieron sus dueños, soberanos de dos reinos que en sus
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:34

- inicios fueron prósperos y felices…. Ahora, me parece que son bastante mediocres, pero no lo tengo claro, no es algo que me interese…. Eso nos dejaría con tres más, y una de ellas fue a parar al Triángulo de las Bermudas…. De donde la conseguimos nosotros.- según acababa su relato, la joven pirata pasó los bordes de la pluma por sus heridas mientras se quedaba en silencio; ante la mirada atónita de Susu, las lesiones de Niiara se sanaron instantáneamente, como si nunca hubieran estado allí. Tras exhalar un suspiro de alivio, Niiara se puso en pie sacudiéndose la tierra de la ropa, cabellos y piel.- Venga, continuemos… antes de que las cosas se pongan peor.

- S-sí…. Claro…- Susu se puso en pie con rapidez y se apresuró a seguirla.

No pasó demasiado tiempo hasta que salieron del bosque; ahora, ante ellas se extendía una vasta llanura desértica, de la cual emergían algunos esqueletos humanos y animales que se entremezclaban con el rocaje, alto y liso, de color ceniciento, al igual que el suelo. Tras adentrarse en la llanura, Niiara pudo comprobar que, efectivamente, estaban rodeadas de ceniza. Tal vez aquel lugar fue parte del bosque que habían dejado atrás hacía mucho tiempo. Quizá algún desastre hubiera tenido lugar allí, o alguna batalla… Suspiró. No, no quería pensar en ello. No era el momento para preocuparse por algo así… el paisaje era demasiado parecido, si no estaban atentas, se perderían con mucha facilidad.

Echó la vista atrás para fijarse bien en el camino recorrido y tomar como punto de referencia la situación del final del bosque. Susu caminaba a su lado, pero no estaba mucho más tranquila; iba murmurando a media voz. Niiara se giró hacia ella.

- ¿Qué te pasa?

- Debéis dirigiros a la entrada del subterráneo donde están los Ojos de Ginebra…- respondió Susu con la mirada baja. Niiara suspiró; aquellas palabras… aquella indicación también se la había dado aquella vampira. Elevó la vista al cielo y echó a andar con pasos cortos y pesados. Por supuesto, se habían informado del lugar al que iban a ir… y lo que habían descubierto, concretamente a ella, no le hacía ninguna gracia.





- Así que las garras de acero son autómatas....- musitó mientras cerraba el libro que había cogido “prestado” de una tienda.- Vale, pero no entiendo aún por qué necesitan los ojos de ginebra para funcionar… ¿No vale con la piedra esa?- preguntó alzando la mirada hacia su compañera, quien estaba mirando por la ventana de la habitación que tenían en reserva permanente en la taberna El Varadero. Susu se apartó un mechón de pelo de la cara y se giró hacia ella con una sensual sonrisa.

- Esa piedra de la que hablan en la leyenda es justamente la que tenemos que ir a buscar, capitana…. Esos son los Ojos de Ginebra.

- Ya... Y…- Niiara abrió otro libro que tenía justo al lado por un punto en concreto, el cual había marcado con una de sus dagas.- Según parece, tenemos que ir a buscarlos a…. a ver…. Lo vi por aquí, espera… - la cabeza castaña de la joven pirata volvió a hundirse en aquel mar de libros y pergaminos para emerger al cabo de unos minutos con una expresión ceñuda.- Hay que atravesar un desierto de ceniza y entrar en una cueva…- al cabo de unos minutos, la expresión de Niiara cambió a sorpresa mientras empezaba a abrir libros y a pasar sus páginas a toda velocidad. Susu ladeó la cabeza extrañada.

- ¿Qué pasa, Nya?

- Calla calla…. Espera… a ver… ¿qué son esas… ehm… acro… acro….?- de pronto, todo quedó en silencio y el rostro de Niiara, o lo poco que se veía de éste, adoptó una expresión de terror,- ¿¿QUÉEEEEEEEEEEEEEEEE?? ¡¡NI HABLAR!!

- ¿¿Qué?? ¿¿Qué pasa?? – Susu corrió a su lado; entonces descubrió a una Niiara lívida que tenía los ojos clavados en el dibujo de una Acromántula con una expresión de pánico. La Acromántula era una araña enorme. Según la descripción, también tenía la capacidad de hablar con las personas, y habían sido creadas por magos vampiros para proteger los Ojos de Ginebra. Para mejorar la situación, no sólo eran carnívoras, sino que además, eran muy venenosas y sus patas podían llegar a medir hasta cuatro metros y medio, además de reproducirse con sorprendente rapidez... En vista de que si no hacía o decía algo, a Niiara le daría un ataque, optó por abrazarla intentando calmarla.- Tranquila, Nya… respira hondo, ya verás cómo todo sale bien…

- ¿¿ESTÁS DE GUASA??- gritó Niiara, presa del pánico, mientras la cogía de los brazos y la zarandeaba.- ¿¿HAS LEÍDO ESO??- señaló el libro.- ¡¡¡¡TENEMOS UN PROBLEMÓN ENORME!!! ¿¿Tú has visto las Acromántulas?? ¡¡Que con una vez que te pisen te revientan! ¿¿Cómo vamos a sobrevivir a algo así??- Susu la abrazó con fuerza; Niiara estaba temblando como una hoja. Sonrió para sus adentros y se quedó a su lado hasta que ésta se tranquilizó sin soltarla ni un momento.



Niiara tragó saliva deteniéndose. Aún no tenía claro cómo diantres se había dejado convencer para ir hasta allí. Aún no habían llegado a su destino y ya estaba de los nervios. Debía reconocerlo…. No soportaba las arañas, fuera la forma que fuera. Susu se detuvo a su lado y le tocó en el hombro con suavidad para captar su atención. Niiara la miró en silencio y Susu sonrió dulcemente para darle ánimos.

- Venga… nosotras podemos…- murmuró suavemente apretándole el hombro suavemente.- Al subterráneo se entraba por una cueva, ¿no?

- Sí… creo recordar que sí…- respondió Niiara a media voz.

- Entonces, según el mapa que viste... ¡Es por allí! – señaló Susu; justo delante de ellas, aún algo lejos, se alzaba entre las rocas, cada vez más numerosas, la entrada de una cueva; ya por los alrededores se podían ver telas de araña en forma de cúpula… justo el tipo de nidos que solían hacer las acromántulas. Niiara sintió un escalofrío... aquello no le daba buena espina.- Por ahora no nos sigue nadie, ¡sigamos!- tirando del brazo de Niiara, echó a andar con paso decidido hacia el interior de la cueva.

Niiara suspiró y echó a andar a su lado mientras se encomendaba a sus seres más queridos, tanto vivos como muertos, ya que no creía en mucho más; para su desgracia, al entrar en la cueva se encontraron con una antesala donde hay tres acromántulas enormes con patas de 4 m y medio, unas pinzas que producen un chasquido que demuestra su excitación ante la visión de unas posibles víctimas, y que tienen unas bolsas de secreción venenosa al final del tronco, entre las patas, de un tamaño no superior al de la mano de un humano adulto; como todas las arañas, tienen 8 ojos, y además un grueso pelaje negro. Según las investigaciones de las piratas, también tienen la capacidad de hablar, pero por el momento, ninguna de las tres parece tener intención de hacerlo. Simplemente, están allí de pie, inmóviles, haciendo chasquear sus pinzas, con la mirada clavada en las dos recién llegadas; al verlas, Niiara se queda clavada en el sitio, incapaz de reaccionar, y las mira con los ojos abiertos de par en par, casi sin atreverse ni a respirar...

- A… a lo mejor… nos dicen un acertijo para dejarnos pasar…- propuso Susu con una risilla nerviosa.- No cuela… ¿verdad?

- Calla…- susurró Niiara, procurando mover el menor número de músculos posible de su cuerpo.

- Deberíamos intentar negociar…

- Que te calles… - repitió ella. Susu la miró.

- Pero… ¿por qué? Seguro que nos responden y podemos llegar a un acuerdo…- con una sonrisa, se giró hacia las tres Acromántulas, pero antes de que pudiera siquiera pronunciar un cordial “hola”, las tres se alzaron sobre sus patas al unísono. Como activada por un resorte, Niiara se giró en redondo, agarró a Susu del brazo y la arrastró fuera a toda velocidad. Una vez a una distancia prudencial y tras comprobar cerca de quince veces que no estaban en peligro, Niiara se dejó caer sobre el suelo levantando una pequeña nube de ceniza a su alrededor; otra vez temblaba de la cabeza a los pies y tenía serias dudas sobre si iba a ser capaz de volver allí dentro. Susu se sentó a su lado y le cogió la mano intentando calmarla con una suave sonrisa.- Jamás pensé que te vería correr a esa velocidad, Nya…

- El día que nos encontremos con algo que te de miedo a ti, veremos si no reaccionas igual…- replicó ésta mirándola fijamente. Susu soltó una animada risilla y aguardó pacientemente a que su capitana se relajara, momento en el que decidió empezar a buscar una solución con ella.

- Vamos a ver… no hemos llegado tan lejos para rendirnos ahora… Veamos, tenemos espadas, pociones, tus dagas, las pistolas... ¿Qué más tenemos?

- Pues.... ehm.... – Niiara alzó la vista y se sumió en sus pensamientos; una vez más, se había dejado llevar por Susu. No sabía cómo lo había hecho, pero había caído de lleno; allí estaba, hecha un manojo de nervios, pero pensando en volver a entrar, lo que le resultaba irritante e irónico a la vez.- No sé, ¿crees que les interesarían hierbas medicinales?- Susu soltó una carcajada.

- ¿Por qué no lo intentas? Aunque si no, puedes probar con ese té de las tierras del este que tenía tu mentor… - agregó mirándola divertida.

- ¡Ah, no, ni hablar, eso no se toca! – Niiara negó con rapidez echando mano a una de las bolsas que tenía en el lado izquierdo de su cinturón de manera protectora. Susu empezó a reírse; sabía que esa iba a ser su reacción. Niiara se lanzó a hacerle cosquillas en venganza y Susu empezó a retorcerse presa de un ataque de risa. Una vez calmados los ánimos, Susu se recostó a su lado sin soltarle la mano y contempló el cielo con una expresión pensativa.

- Bien… Tenemos que pensar en cómo distribuir las tres bombas que quedan...
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:36

- Tal y como yo lo veo… esos… esas bichotántulas… son enormes, si lográramos hacer que las bombas explotasen dentro de ellas, seguro que si no las matan, las dejarían al borde de la muerte. Además, yo también tengo algunas bombas… son muy pequeñas, pero mortales. Explotan cuando reciben un impacto fuerte o son aplastadas. Podríamos intentar dejarlas fuera de combate… Pero no sé si eso serviría.

- Espera…- Susu se incorporó del suelo y la miró.- Recuerdo que en el libro donde viste la foto decía algo sobre un punto débil… Si no recuerdo mal, era la bolsa de veneno que tienen al final del torso.- Niiara tragó saliva al oírla.

- ¿Quieres que nos metamos entre sus patas…?- sonrió con nerviosismo mientras desviaba la mirada. Susu se recostó a su lado e hizo que la mirase acariciándole la mejilla mientras le sonreía alentadoramente.

- ¿Y qué otra opción nos queda si queremos matarlas…? Si no lo hacemos, habremos venido hasta aquí para nada… Además, tú te has enfrentado a cosas peores, tú misma me lo contaste, acuérdate del Kraken… o de aquel volcán del que escapaste de puro milagro. Si pudiste con aquello, puedes con esto, Nya… además, no estás sola… yo también estaré ahí dentro contigo.- Niiara suspiró y cerró los ojos mientras la escuchaba en silencio. Le gustaría decirle tantas cosas… Pero todo lo que quería decirle, Susu ya lo sabía. Por eso, se levantó en silencio y empezó a sacudirse la ceniza de las ropas. Sería mejor acabar cuanto antes. Si había llegado su hora, se enfrentaría a ello como siempre se había encarado a ese tipo de situaciones. Su compañera sonrió observándola. Parecía que había dado en el clavo… una vez más.

- Muy bien… vamos.- respondió extendiendo su mano hacia Susu y ayudándola a levantar. Después de ultimar los detalles del plan, ambas piratas se pusieron en marcha. Venderían cara su vida y su piel. Cuando se adentraron de nuevo en la cueva, las acromántulas estaban allí todavía, mirándolas amenazadoramente. Niiara se detuvo de nuevo y cerró los ojos unos segundos para centrarse.

- ¿Qué queréis? – habló una de las acromántulas. Su voz, grave y amenazadora, retumbó por las paredes de la cueva. Ambas piratas no pudieron evitar pegar un bote al oírla.

- Pues… ehm… he-hemos venido… - tartamudeó Susu.

- Que…queremos los Ojos de Ginebra…- respondió Niiara tras aclararse la garganta.

- ¿Y por qué deberíamos entregároslas a vosotras, simples mortales?

- ¿Y para qué las queréis vosotros, seres inmortales? – replicó de nuevo Niiara con una sonrisa bravucona, quien, haciendo acopio de todo su valor, se había encarado hacia la acromántula que había preguntado. Por desgracia, su pregunta no fue bien recibida por ella, que le respondió con un fiero rugido que heló la sangre de la pirata en sus venas.

- ¡No me desafíes, mortal! – rugió la acromántula.

- ¡Perdón, perdón, señor, no volverá a suceder! – exclamó Susu intentando calmar los ánimos. Pero su buena intención no fue recibida como ella esperaba.

- ¡Tu atrevimiento es imperdonable!- bramó la criatura.- ¡Nunca podréis conseguir los Ojos de Ginebra! ¡¡Nunca!! – la voz humana se ahogó en un coro de chasquidos de pinzas.

Niiara tragó saliva y retrocedió un paso. Habían abierto la caja de los truenos. Si no lograban reaccionar a tiempo, acabarían hechas picadillo. Por desgracia, la cueva era bastante oscura y el pelaje negro de las tres bestias se confundía con la penumbra, lo que complicaba aún más el asunto.

Después de mirar a Susu de reojo, ambas desenvainaron sus espadas a la vez; estaban de espaldas a la entrada y podían usar el acero de éstas como espejo para cegar momentáneamente a las acromántulas y confundirlas, además de descubrir su verdadera posición.

El plan no tardó en dar resultados; las bestias rugieron de dolor y retrocedieron unos cuantos pasos, chocando violentamente contra las paredes de la cueva, haciendo que algunas rocas se desprendieran del techo y las paredes, pero la acromántula más cercana a ellas parecía dispuesta a contraatacar; levantó una de sus patas mientras profería un rugido de dolor y de protesta, y lanzó un golpe que no impactó en su totalidad contra la cara de Susu, pero sí llegó a romperle la nariz, el pómulo y mandíbula derechos; al salir despedida por la fuerza del golpe, chocó contra una pared; las rocas le cortaron la piel abriéndole múltiples heridas que empezaron a sangrar abundantemente.

- ¡¡¡SUSU!!! – chilló Niiara al verla caer al suelo; tenía que hacer algo inmediatamente o Susu no lo contaría. Se giró hacia la acromántula cogiendo la pistola, dispuesta a inutilizarle, al menos, una de las patas, y al verla tan cerca, pegó un grito de espanto- ¡¡¡¡AH!!!!

- ¡¡¡¡ARGGGGGG!!!! ¡¡¡¡DUELE!!!!- escuchó a Susu gritar con desesperación; al girarse, vio a su compañera arrastrarse por el suelo en dirección a la entrada de la cueva.

Sin pensárselo dos veces, disparó contra la cabeza de la acromántula, aunque su ataque tuvo poco efecto al dañarle tan sólo un par de ojos. Por fortuna, eso bastó para que pudiera ganar tiempo y pudiera sacar a Susu de allí echándosela a los hombros; por desgracia, las otras dos acromántulas salieron detrás de las dos dispuestas a vengar a su compañera.

Pero Niiara fue más rápida y previendo que eso podía suceder, empezó a golpear los esqueletos que allí había, levantando una nube de polvo que hizo que las bestias las perdieran rápidamente de vista.

- Tranquila… te sacaré de aquí, no te preocupes.- susurró Niiara antes de echar a correr a toda velocidad en dirección a los bosques de nuevo, con la intención de hallar un punto intermedio en el que estar a salvo. Por fortuna, la sangre de los murciélagos, unida a la tierra y las cenizas, ocultaban su olor y las acromántulas pronto cejaron en su empeño y regresaron a la cueva. Tras asegurarse de que estaban a salvo, Niiara tendió a Susu en el suelo con delicadeza.

- S-siento… manchar tu ropa…- balbuceó Susu, a pesar de que apenas sí podía pronunciar algo. Niiara negó sonriendo suavemente y le acarició el hombro.

- Como si se notara mucho… - bromeó.- Aguanta un poco más.- pidió mientras abría de nuevo su bolsita y cogía la pluma. Segundos después, Susu volvía a estar como nueva.

- Mil gracias, capitana, me estaba muriendo del dolor…- sonrió Susu mientras se ponía de pie a la vez que exhalaba un suspiro de alivio y se estiraba como si acabara de despertarse. Niiara sonrió mirándola.

- Bueno… ahora nos queda lo peor… volver ahí de nuevo… en cuanto nos vean aparecer, nos atacarán seguro. ¿Tienes algún plan? – Susu negó en silencio. Niiara se recostó en el suelo con un suspiro tras guardarse la pluma de nuevo.- Lo suponía...- cerró los ojos con un ademán pensativo. Susu se giró y la observó en silencio. Cuando hacía eso, normalmente, solía acabar dando con alguna idea. Y más les valía que resultara. Al cabo de unos minutos, Niiara abrió los ojos de nuevo.- ¿Por qué no intentamos que se maten entre ellas mismas? O… al menos, que se queden atontadas…

- ¿Cómo piensas hacer eso?

- Ven, acércate y dame tus bombas.- sonrió Niiara poniéndose en pie. Susu obedeció con rapidez y, minutos después, con un nuevo plan en mente, regresaron a la cueva.

Como ya habían previsto, el recibimiento no fue demasiado acogedor. Una de las acromántulas esperaba encima de la entrada de la cueva. Tan pronto como las dos piratas pusieron un pie en la cueva, las otras dos acromántulas, que seguían en las mismas posiciones donde ellas las dejaron, empezaron a chasquear sus pinzas, lanzando una señal, momento en el que la acromántula restante lanzó un ataque con sus patas traseras y su vientre. Niiara y Susu se agacharon a la vez, esquivándolo justo a tiempo y se lanzaron a por las acromántulas que tenían enfrente; Susu corrió hacia su izquierda y se encaró contra la bestia, que la recibió con un rugido que helaba la sangre en las venas. Susu, en respuesta, alzó sus manos.

En la penumbra, sólo se veía relumbrar algo entre sus dedos, que parecía metálico, y que la joven no tardó en arrojar contra su objetivo: eran cinco estrellas de metal, muy afiladas, que llegaron a herir tres ojos, el lateral izquierdo de la cabeza de la acromántula y una de sus patas. Niiara, por su parte, también había alzado su mano ante la otra criatura, que la recibió con el mismo rugido amenazador.

La joven sonrió y arrojó una pequeña bomba sin mecha contra las pinzas de la acromántula, logrando colarla y que explotara en el interior de la boca de ésta. Pero al no estar atenta a la que faltaba, no se dio cuenta de que se le acercaba a toda velocidad por el techo, y no pudo prever su ataque; la acromántula lanzó un nuevo golpe con sus patas, haciendo que, esta vez, fuera ella quien se estrellase contra la pared de roca profiriendo un grito de dolor y quedando malherida, con varias costillas rotas y el hombro izquierdo fuera del sitio, emitiendo débiles y sofocados gemidos de dolor.

Susu, al ver lo ocurrido, se quedó lívida; la acromántula había empezado a descender sobre Niiara, que no podía defenderse en esos momentos. Si no se daba prisa, esta vez sería ella quien no sobreviviera. Sin perder tiempo, cogió su navaja y antes de que la acromántula pudiera hacerle nada a Niiara, se coló entre las patas de la bestia y con un rápido movimiento consiguió cortar la bolsa del veneno, la cual arrojó al suelo, debajo de la criatura, que la aplastó al caer a plomo sobre ésta. Mientras el veneno empezaba a deshacer el pelaje del cadáver, Susu arrastró a Niiara detrás de éste y cogió la pluma con rapidez. Tras abrir las ropas de la joven, sanó sus heridas. Niiara suspiró y se levantó del suelo.
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeSáb Mayo 22 2010, 04:38

Gracias…

- ¡No me las des!- exclamó Susu devolviéndole la pluma.- Tú hiciste lo mismo por mí antes.

- De acuerdo…- concedió Niiara con una sonrisa.- Vamos… No perdamos el tiempo…- el rostro de ésta cambió radicalmente al descubrir que una de las acromántulas estaba justo detrás de Susu.- ¡¡Ah….!! ¡¡SUSU...!!- antes de que ésta tuviera tiempo de reaccionar, la acromántula cogió a Susu con una pata por el torso; con una leve presión, le rompió a ella también varias costillas. Susu profirió un grito de dolor. Niiara arrojó un puñado de cenizas del suelo contra los ojos de la acromántula para cegarla y, en esta ocasión, fue ella quien se coló entre sus patas; la acromántula empezó a saltar violentamente, pero no pudo impedir que Niiara esquivara sus patas en esta ocasión y casi le arrancara la bolsa del torso sin ayuda de su daga. Después, la arrojó a un lado y saltó al lado opuesto antes de que la bestia se le cayera encima. Tras sanar a Susu, la ayudó a levantar. La que les quedaba estaba medio ciega por las estrellas que Susu le había arrojado y estaba enfadada de verdad; al verlas de pie entre los cuerpos de sus compañeras, se alzó sobre sus patas y arrojó una tela que atrapó a las dos humanas inmediatamente. Por fortuna, Niiara no había guardado su daga y cortó la tela inmediatamente. La acromántula retrocedió un par de pasos y volvió a rugir al ver cómo, primero Niiara y Susu después, se liberaban de la tela sin demasiada dificultad, y se preparaban para acabar con ella. Con un nuevo rugido, echó a correr como pudo hacia un rincón oscuro, pero Susu se anticipó a su movimiento y se le cruzó a los pocos segundos, arrojando la estrella de metal que le quedaba contra los ojos de la criatura. Al dar de lleno en el objetivo, ésta profirió un rugido de dolor y se quedó inmóvil el tiempo suficiente para que Niiara se colara entre sus patas y de la misma manera que antes, cortara la bolsa del veneno y la arrojara debajo del cuerpo mientras ella saltaba para alejarse de allí y evitar ser aplastada. La acromántula rugió de nuevo como protesta y trató de atacar a Niiara, pero ésta fue más rápida y se arrojó al suelo; rodando sobre sí misma, se alejó hasta una distancia prudencial mientras la acromántula se desplomaba contra el suelo con estrépito. Después, todo quedó en silencio. Niiara abrió los ojos y se incorporó del suelo girándose hacia Susu, que estaba aún delante de la acromántula, observándola en silencio.

- Ya está…- murmuró. Niiara se le acercó con paso lento y se detuvo a su lado. Durante unos minutos, observó en silencio cómo el veneno iba descomponiendo el pelaje de la acromántula. Había sido peligroso…. Pero más fácil de lo que creía.

- Vamos…- respondió cogiendo la mano de Susu con suavidad y tirando de ella. Por fin iban a conseguirlo, ahora tenían paso franco hasta la cueva donde estaban las tan ansiadas piedras.

No tardaron demasiado en hacerse con ellas; eran de pequeño tamaño y pudieron coger una gran cantidad escondiéndolas en las mangas de las camisas, en las botas, las bolsas, entre las manos.... En ningún momento ninguna de las dos dijo nada. Tenían una sensación extraña.... ¿Eso había sido todo? Si era así, pese a que el esfuerzo hecho y lo que habían pasado no se lo quitaba nadie, había sido demasiado sencillo, comparado con otras situaciones y batallas. Cuando salieron de la cueva, Niiara se detuvo un momento y echó la mirada hacia atrás, para contemplar una última vez los tres cadáveres. El veneno avanzaba con rapidez y estaba empezando a descomponer la carne. Susu se le acercó y la miró preocupada, pero Niiara se limitó a sonreírle y echó a andar de nuevo con ella. Aún había un halo amenazador en el lugar, quedarse allí sería arriesgar demasiado. Después de recorrer el bosque a toda velocidad sin dar tiempo a que pudieran ser atacadas, y tras esquivar cientos de cangrejos que estaban aguardándoles en la playa, subieron al Bloody Wings. Niiara alzó el ancla mientras Susu extendía las velas y regresó al timón. Tenían viento a favor y era la oportunidad perfecta para escapar. Mientras el navío se alejaba de las tierras vampiras y se adentraba en la mar, Susu, que había dejado las piedras en un barril, se acercó a recoger las piedras que Niiara llevaba encima. Una vez reunidas todas, se le acercó de nuevo.

- Nya, ¿qué te pasa?- preguntó preocupada. Ésta sonrió suavemente y sacudió la cabeza.

- Estaba pensando… ¿te das cuenta de todo lo que hemos hecho nosotras solas?

- Sí…- rió Susu.- Somos bastante buenas, ¿no?

- Sí…- asintió Niiara.- De hecho… creo que podríamos decir que somos de las mejores.

- ¡Así se habla! Volvamos al Varadero para celebrarlo esta noche, ¿eh?

- ¡Sí!- accedió con una sonrisa antes de clavar los ojos en Susu.- ¡Pero el ron esta vez, lo pagas tú!

- ¡Joooo!

THE END


Espero que os haya gustado y perdonad si hay cambios de verbo de presente a pasado, no me di cuenta. Lo he alargado un poco más - ya os habréis dado cuenta - así que... disfrutadlo ^_^
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeLun Mayo 31 2010, 03:40

BUENISIMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
OLE OLE OLEEEEEEEEEEEE lol!
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitimeLun Mayo 31 2010, 05:55

Vamp escribió:
BUENISIMOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
OLE OLE OLEEEEEEEEEEEE La búsqueda de los Ojos de Ginebra Lol

Gracias, me alegro de que te haya gustado n_n
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MensajeTema: Re: La búsqueda de los Ojos de Ginebra   La búsqueda de los Ojos de Ginebra Icon_minitime

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