Cuentas pendientes (privado [leer condiciones en interior])

Spoiler:

Siegel miró el poblado desde unos matorrales que ocultaban su pelaje de la luz de la luna, que le hacía brillar con un resplandor blanquecino que podría alertar a alguna mirada perdida. Hacía un rato que ya había caido la noche, los grillos comenzaban a llenar el ambiente con su sereno canto de apareamiento.

Se dirigió hasta el poblado en silencio, como había aprendido a hacer con su nuevo cuerpo. Su marcha no fué demasiado lenta, no distinguió a nadie desde el poblado que pudiese percatarse de su presencia.

Entró en el poblado, sin separarse de las paredes de las haciendas, pasando por debajo de las ventanas sin que nadie le viese, hasta que llegó a su objetivo. La hacienda de aquel al que odiaba. Miró hacia arriba, percatándose de que la ventana por la cual se había arrojado el dia que le transformaron seguía sin haber sido reparada.

Comenzó a trepar por la desnuda pared de piedra. La torre era circular, de modo que escogió la cara opuesta a la luna para que la oscuridad le ocultase. Cuando llegó a la altura de la ventana, que estaba en la cara iluminada del torreón, se movió con rapidez y entró por ella

Se encontró de nuevo en la cámara en la que su vida había cambiado. Seguia igual, a excepción de que las jaulas ya no estaban, los círculos mágicos habían sido borrados, y había un olor a pelo quemado y a madera podrida. Se deslizó por la única puerta que encontró, que daba a un pasillo.

Siguió el pasillo abriendo cada puerta que encontró no sin antes escuchar aténtamente a cualquier ruido que delatase una presencia en el interior. En una ocasión tuvo que esconderse rápidamente en un armario para evitar ser descubierto por un criado insomne.

Llegó a una escalera de caracol, que subió rápidamente, intuyendo que las dependencias de los hechiceros estaban en las plantas superiores. Cuando llegó a el final de la escalera, se deslizó por una robusta puerta, que, para su sorpresa, estaba abierta. Entró en la sala

Había llegado a su objetivo. Allí estaba la fuente de todo su sufrimiento, durmiéndo plácidamente en una enorme cama. Se aproximó hasta ella, y olisqueó para asegurarse que no era ninguna ilusión. Sin olvidar de lo que era capaz esa mujer, se aproximó a la ventana, para poder tener una ruta de escape si las cosas no salían como el esperaba.

Cogió una flecha de su carcaj, y la colocó en la cuerda ya casi tensada. Alineó su mirada con la trayectoria del proyectil. Un flechazo. Al cuello. Una muerte limpia y rápida. Soltó la cuerda. La flecha voló rauda a su objetivo, sin embargo, se clavó suavemente y sin hacer ruido en la almohada, a un palmo del cuello de la hechicera. Siegel lanzó una segunda y una tercera flecha, pero ninguna logró impactar. Todas se desviaban apenas un palmo de donde eran dirigidas.

Decidido a acabar de forma menos piadosa, guardó el arco, tomó su cuchillo de caza y se aproximó hasta la desprevenida mujer...

Dama despertó angustiada, su instinto bien entrenado le decía que se acercaba un peligro, así que invocó un hechizo protector y fingió seguir durmiendo. ¿Qué o quién buscaba su mal? Era una mujer querida y respetada, siempre había hecho el bien... salvo quizá... no había tiempo para el recuerdo, un ser había entrado en sus aposentos y su olor delataba quién era ¿podría ser? ¿tendría tanta suerte?

Con los ojos aún cerrados sintió acercarse al Hombre-tigre, ir hacia la ventana, tensar su arco y disparar... tres veces falló... -el conjuro hacía bien su trabajo-
Despacio se incorporó, se sentó en la cama, mientras observaba al que en otro tiempo había sido un joven apuesto, venir hacia ella cuchillo en mano. Sacó de debajo de la almohada una cuerda y en voz baja le dijo: huiste de nosotros, te buscamos largo tiempo ¿dónde has estado?

Mirando al joven se dió cuenta de que no quería hablar, había sed de venganza en sus ojos... intentaría razonar con él más tarde, ahora había de ponerse a salvo, el hechizo dejaría de funcionar en breve...

Diciendo ésto salió del lecho, esquivando así una puñalada mortal...
Hemos de hablar joven decía mientras se movía por la estancia, buscando su espada y su escudo y sin perder de vista a su agresor...

El cuchillo de caza de Siegel se hundió en la almohada, rasgándola cuando este retiró el arma con un brusco movimiento. Se la pasó de una mano a otra mientras miraba a la hechicera. Su labio se curvó lentamente dejando ver una hilera de afilados dientes. Descargó toda su rabia en un violento rugido, tras el cual se lanzó hacia la hechicera.
Frenó en seco cuando esta habló.

-¿como que me buscasteis? ¿acaso os arrepentíais de vuestra creación y queriais eliminarme antes de que la gente se enterase de que os dedicabais a arruinar vidas ajenas?

Guardó el puñal de caza, y dió un salto hacia atrás. Sacó de nuevo su arco y dirigió dos flechazos contra la hechicera. Las flechas erraron de nuevo, astillándose contra la pétrea pared de la habitación. Sus ojos se crisparon de rabia cuando esta le dijo que tenían que hablar

-Maldita bruja ¿que magia usas esta vez?
Pelea con honor, afronta las consecuencias de lo que hiciste. Esta noche, solo tu muerte o la mía acabarán con mi sufrimiento

Con su espada en una mano y su escudo en la otra, protegiendo su corazón, Dama se sintió algo más segura y hablo al muchacho mirándole a los ojos, para que a través de su rabia, pudiera ver que ella no mentía
¿Matarte? ¿por quién nos tomas?
¡Queríamos invertir la transformación antes de que fuese permanente!
Muchacho, las razones por las que queríamos hacer la transformación son largas y no creo que tengas ganas de escucharlas...
Pero has de saber algunas cosas antes de darme muerte o hallarla mientras lo intentas...
Recordarás que viniste voluntariamente -nosotros no experimentamos a viva fuerza-, en busca de la recompensa que mi marido ofreció.
Has de saber también, que el fallo de la transformación fué sin duda debido a mi falta de experiencia, pues aún me queda mucho que aprender...
Pero te buscamos incansablemente, queríamos devolverte tu vida y darte el oro que tan costosamente habías ganado. Al no encontrarte, hicimos averiguaciones y le dimos la recompensa a tu madre.
En cuanto a tí dos lágrimas corrían por sus mejillas al decir ésto nada podemos hacer por devolverte tu forma original... has tardado demasiado en aparecer...
Más aún podemos darte una buena vida, si accedes a quedarte con nosotros, podemos darte instrucción, trabajo, lo que quieras... podrás ser el hijo que nunca tuvimos, ya que de alguna manera eres mi creación...
Ahora hijo mío, habla o lucha, tú decides.
Con estas últimas palabras Dama, se puso en guardia y esperó

Siegel se quedó quieto. Por un momento quiso creer lo que le decía esa mujer. Ese momento pasó. Era una hechicera, solo buscaba beneficio propio.
Guardó el arco, recapacitando que hacer, y sacó de nuevo su cuchillo a relucir bajo la luz de la luna que se colaba por la ventana. Podría abalanzarse contra ella, no le supondría mucho esfuerzo matarla con su nuevo cuerpo, pero eso era suponiendo que no usase magia.

¿Como sé que no mientes? Puede que únicamente estes tratando de salvar tu pellejo.

Un peligroso brillo iluminó sus rasgados ojos cuando volvió a hablar

Ademas ¿que puedes darme que compense el haberme convertido en un monstruo? Esta apariencia me cerrará todas las puertas en mi vida, no puedo ser mas que un proscrito, cazando o robando para subsistir

El brillo en los ojos del muchacho delató sus intenciones, no quería explicaciones, quería venganza. Aún así, Dama no quería hacer daño a aquel ser -bastante había sufrido ya- y siguió hablando, en la esperanza de que el muchacho razonara y creyera lo que era la pura verdad
Joven, puedo sólo imaginar tu dolor, pero no has de ser un proscrito si no quieres, puedes quedarte con nosotros o puedes instalarte en mi casa del bosque, puedes aprender con mi marido y conmigo las artes de la magia o cualquiera otra que ambiciones.... aún puedes hacer muchas cosas buenas en la vida.
Querría haberse acercado, querría haberle abrazado y decirle que todo iba a salir bien, al fin y la cabo era sólo un chico sufriendo Oh! si no hubiera huído...Hijo, sé que no será fácil, sé que muchas puertas se nos cerrarán, pero las de esta casa, las de mi corazón, siempre las encontrarás abiertas... Escucha a tu corazón y sabrás que no miento.
No quiero luchar contigo, no quiero hacerte daño, mi instrucción militar y mi magia me dan ventaja sobre tí... Recapacita

Siegel escuchó lo que le decía la mujer. Una parte de el le gritaba arrojar el cuchillo al suelo y derrumbarse. Sin embargo, su otra parte, la mas salvaje, pudo con el en ese momento. Se llevó las manos a las orejas, tratando de evitar oir las palabras de la hechicera

¡Mientes! ¡Solamente quieres destruirme, maldita bruja, pero esta vez serás tu la que salga mal parada!

Con un feroz rugido se lanzó contra la hechicera con todo el ímpetu del que fué capaz. Estuvo a punto de derribarla, y dió un feroz cuchillazo hacia la hechicera. Sin embargo, esta puso su escudo en el último momento, y el arma se hundió hasta la empuñadura en el escudo.
Con un rugido furioso la apartó de un empujón. Ahora solo contaba con sus manos desnudas, aunque provistas de garras. Disfrutó imaginando como la despedazaría.

¡Lamentarás el día que se te ocurrió empezar a trastear con magia!

Cogiendo impulso sobre sus dos patas traseras, saltó hacia ella como un gato abalanzándose encima de un ratón

Dama se hizo a un lado rápidamente, esquivando así al muchacho, su instinto de conservación y su entrenemiento militar salieron a relucir, actuó deprisa y sin necesidad de pensar. Dejó caer el escudo y con un gesto de su mano hizo aparecer una flecha de luz que apoyó sobre el pecho del hombre-tigre, a la altura del corazón, la espada en la garganta...¡basta! si persistes en tu empeño, si sigues buscando mi vida, hallarás una muerte segura. Si me veo obligada puedo matar.
Sus manos no temblaban, hablaba en serio, pero sus ojos miraban a los del muchacho con una súplica: no me obligues a acabar con tu vida. Había arrinconado al chico contra la pared, su vida estaba ahora en sus manos...
Tú decides ¿acabo contigo o hablamos?
Deseaba con toda el alma que se decidiese a hablar, en verdad no quería hacerle daño, sentía por aquél ser una ternura infinita, sabía que había padecido mucho y sólo quería resarcirle por ello, quería apartar sus armas y abrazarle fuertemente, decirle que todo saldría bien, converirle en el hijo que nunca tuvo...

Siegel trató demasiado tarde de quitarse de encima a la hechicera, cuando sintió el frío del acero apoyado en su garganta suavemente. La flecha que la mujer había conjurado irradiaba luz, y un calorcillo que habría sido agradable de no ser por que tenía dicho proyectil apoyado en el corazón.

Maldita seas...

Silenció su boca cuando sintió que la leve presión de la espada aumentaba ligeramente. Miró hacia atrás, pero estaba arrinconado en una esquina de la habitación. No tenía escapatoria, al minimo movimiento moriría.
La proximidad de la muerte apagó toda su rabia. Relajó su cuerpo

Está bien... tu ganas ¿que es lo que quieres de mi?

La mujer miró fijamente a los ojos del felino, podría haber leido su mente sin problemas, pero no quería hacerlo, vió en su mirada rendición y eso le bastó. Arrojó lejos de sí las armas, cogió al muchacho por una zarpa tirando suavemente de él, le llevó hasta un diván cercano y allí le acomodó, ella se sentó frente a él, por fín podrían hablar
Antes que nada, quiero presentarme, mi nombre es Dama joven, mucho me gustaría conocer el tuyo, pero puedo esperar a que quieras decírmelo.
Hijo mío, preguntas qué quiero de tí... La respuesta no es sino otra pregunta ¿qué quieres tú? ¿qué ambicionas en la vida?
Maldita sea pensó, no he debido preguntar eso, es más que probable que sólo desee volver a ser hombre... Si no hubiera tardado tanto en aparecer...
Verás, si tu lo deseas no ahs de ser un proscrito, ni un ladrón. Una palabra tuya y podrás volver con tu madre -mi esposo y yo nos encargaríamos de que nada os faltase-, o podrás quedarte con nosotros, estudiar, trabajar a nuestro lado... sólo tienes que pedir, pero antes piensa, recapacita, el resto de tu vida dependerá en buena medida de lo que decidas ahora...
Entre tanto dime ¿tienes hambre? ¿quieres comer o beber algo?

(off rol: Posiblemente la calidad de este post baje bastante, no ando muy inspirado...)

Siegel se dejó llevar, sentándose donde le indicaba la mujer. No dejó de mirarla con furia en cualquier momento. Se llevó la zarpa y la mirada al pecho, donde le había rozado la flecha. La piel estaba irritada, y le escocía al tacto. Seguramente estaría enrojecida por debajo del blanco pelaje del muchacho.
Volvió a mirar a la hechicera, que se había presentado.

Siegel... mi nombre era Siegel

Molesto, balanceó la cola. La pregunta de que era lo que ambicionaba en la vida... en ese momento era ser humano, pero ella misma le había dicho que el proceso era ya irreversible. Se levantó, y paseó un poco por la habitación, con las manos entrelazadas en la espalda. Se acercó a la ventana, y miró a la luna que brillaba mansamente en el cielo.

Decidme... ¿que futuro puede esperarme? Con este cuerpo nadie querrá trabajar a mi lado. Como mucho podría aspirar a ser vuestro guardián, vuestro espía o... vuestro asesino.

Le dieron ganas de romper el ventanal de un golpe cargado de todo su dolor, pero se contuvo. No podía permitirse irritar a alguien que era capaz de manipularle a voluntad. Se giró y miró a Dama con sus ojos rasgados, clavándo sus pupilas en las de ella.

Contadme... ¿que planes tenéis para mi? Creo que mi "accidental" transformación tenía un objetivo

Entendía bien la rabia de Siegel, pero se clavaba en su alma con cada mirada del chico como un dardo envenenado.
El muchacho aún no razonaba, la rabia le nublaba, pues parecía no haber escuchado ninguna de sus palabras...
Se acercó al él mientras miraba por la ventana y una vez más, con paciencia y dulce voz volvió a decirle

Siegel, es cierto que tu apariencia te condicionará, pero no más que a los centauros que viven en las Tierras del fin del Mundo...
Mi esposo y yo no necesitamos siervos, no tenemos espías ni asesinos a sueldo, en ese sentido no te necesitamos.
Hijo, lo que te ofrecemos es un futuro, el que quieras, puedes estudiar -con nosotros o en cualquiera de las universidades de Pez Grande-. Puedes trabajar mano a mano con nosotros, sin necesidad de ser un vasallo, sino un igual.
Si lo que deseas saber es en qué te ocuparías, te diré que puedes hacerte cargo de los campos, de los animales, de una herrería, trabajar en nuestras minas... casi en cualquier cosa que desees, pero insisto, has de pensarlo friamente y comunicarnos tu decisión. La valoraremos y si es factible la apoyaremos.

Respecto a nuestras intenciones al hacer la transformación... es largo e implica un gran secreto que hoy no puedo desvelarte, espero que te baste saber que era en bien de todo el clan humano. No puedo decirte más, sólo lo mucho que siento cómo ha salido todo y el sufrimiento que ha traido a tu vida...

Siegel apartó su mirada de Dama, volviendo a mirar por la ventana. Un profundo suspiro cruzó su hocico, y cerró los ojos. Quizás solo eran vanas promesas, pero nadie se tomaría tantas molestias por un despojo que podría haber matado con un leve gesto.

Me preguntas que me gustaría ser en un futuro... seguir la profesión de mi padre, haber sido naviero era mi sueño, pero... ya no.

Se estiró cuan largo era, llegando casi hasta el techo de la sala, y volvió a encorvarse, y miró hacia abajo, al rostro de Dama, que se había acercado a el. Recapacitó sobre lo que le decía. Podría ser aquello que el desease.

Decís que me puedo estudiar aquello que desee... me gustaría aprender sobre lo que nos rodea, las plantas, los animales y todo eso. Y también me gustaría aprender a combatir con este nuevo cuerpo. Es demasiado fuerte, y no siempre soy capaz de controlarlo como es debido...

Flexionó los músculos para reforzar sus palabras.

Pero... creo que no estoy preparado para vivir de nuevo encerrado entre 4 paredes. Una hacienda no es lo que busco, quiero vivir en pleno bosque ¿no sería eso posible? ¿no tiene alguna tierra que cumpla lo que pido?

Una enorme sonrisa iluminó el rostro de Dama... qué espléndido lucía en todo su poder animal y por fin se avenía a razones...
¡Eso es hablar con juicio! Rauda como el viento se dirigió a un arcón y extrajo de él un mapa que extendió sobre una mesa Mira Siegel, dijo, puedes instalarte aquí, aquí, aquí o aquí y fué apuntando con el dedo cada lugar en el mapa todas estas tierras nos pertenecen y como te dije, también tengo una cabaña de caza en el bosque cercano, si la quieres tuya es.
Siegel, hay mucho por decidir aún, cosas como quién será tu maestro o si prefieres ir a Salvados, dónde dicen que tienen las mejores universidades, o a Rhosnofland, donde se educan y entrenan en las artes de la guerra jóvenes de todas partes... miró al joven, observando sus reacciones, pero el muchacho era impenetrable, así que optó por proponerle descanso Siegel, es muy tarde, creo que ha sido una dura noche para ambos ¿qué tal si descansamos y mañana concretamos?

Siegel miró al mapa con sus ojos de zafiro, donde le señalaba la hechicera. Cuando mencionó la cabaña de caza del bosque, asintió complacido. Una tranquila vida apartada de la sociedad era lo que le vendría bien ahora.

Creo que la oferta de la cabaña en el bosque me ha tentado, es posible que la acepte.

Se alejó de la ventana, y fué hacia donde estaba el escudo de la mujer. Le cogió con las dos manos, apreciando su impecable diseño. Cogió con la mano derecha su cuchillo, que seguía hundido en el escudo, y tiró de el con fuerza.
Sacudió el borde serrado del cuchillo para retirar todas las astillas del escudo, y volvió a guardarle en su funda.

Respecto a la oferta de hablarlo todo mañana...

Se dirigió hasta la cama, donde descansaban las flechas que había disparado minutos antes. Intentó sacarlas de la almohada sin rasgarla, pero la cabeza de estas se lo impidió. Dándo un fuerte tirón, sacó las flechas, y retiró los pedazos de tela ensartados en cada una.
Luego se dirigió a los restos de las flechas que se habían destrozado contra la pared. Las astillas no servían para nada, pero guardó las puntas en uno de los burdos saquillos de su cinturón.

Acepto ¿teneis algún aposento o vuelvo al bosque para volver por la mañana?

La mujer siguió con la mirada el deambular por la habitación del felino, por un momento llegó a pensar que ocuparía su lecho, pero no, sólo quería recoger sus flechas, sonrió ante su ocurrencia...

Claro que disponemos de dormitorio para tí, más no sé si será de tu agrado. Por favor sígueme.

Dama tomó un pesado candelabro de ocho velas, pues a estas horas el palacete se hallaba a oscuras. Salió de la estancia a un corredor, pasó por una puerta y señalando dijo: esta es la estancia de mi esposo, se detuvo frente a la puerta siguiente y la abrió... Daba paso a una amplísima habitación de techo muy alto, hechizado para mostrar las estrellas del exterior, con una gran terraza abierta desde dónde podía contemplarse el cielo en todo su esplendor. Delante de una de las paredes un inmenso lecho donde Siegel podría descansar confortablemente...

Bueno, si la habitación es de tu gusto podrás pernoctar aquí, si te desagrada o simplemente prefieres el aire libre puedo conducirte al bosque a través de uno de los pasadizos subterráneos...

Siegel siguió a Dama por donde esta le guiaba. Cuando esta abrió la que sería su habitación esa noche, su gesto se torció de sorpresa al ver el techo encantado.

Es de mi agrado, ahora si me disculpais... quisiera estar a solas

Cuando la hechicera salió de la estancia, se aflojó las tiras de cuero de su arnés, y se le quitó cuidadosamente, quedando vestido unicamente con su taparrabos y los brazales que adornaban sus peludos antebrazos.
Depositó sus enseres en una de las esquinas del lecho que había preparado, asegurándose que no se caerían, y dejó el arco apoyado contra la pared al lado de la cabecera de la cama.

Salió al balcón, admirando el paisaje y sintiendo como el resplandor lunar bañaba todo su pelaje, que parecía resplandecer como una perla puesta al sol.
Cuando se cansó de admirar las vistas, volvió al interior del edificio, y se dejó caer al lecho, quedando dormido al cabo de unos minutos. Tenía la mente confusa, pero no tuvo sueños...

En cuanto oyó a Siegel que quería estar a solas salió de la habitación cerrando la puerta en silencio. Pasó por delante de la estancia de su esposo y dudó un momento si entrar o no, finalmente decicdió que era mejor entrar. Golpeó la puerta con los nudillos antes de entrar, señor ¿estais despierto? su esposo bromeó sobre lo difícil que es dormir cuando alguien hace ruido en tu morada y más aún, cuando tu esposa viene a visitarte en mitad de la noche... Dama rió de buena gana, posó el candelabro en una mesa, se acercó hasta el lecho y sentándose junto a su esposo le contó todo lo acontecido. Al terminar quiso levantarse para volver a su dormitorio pero su esposo la rodeó con sus brazos y así abrazada a su amado se durmió dulcemente. Al despertar, muy entrada la mañana, su esposo ya no estaba, se levantó deprisa y fué a su habitación a asearse y vestirse para esperar a Siegel

Siegel abrió los ojos, y parpadeó. Tardó unos minutos en comprender donde se encontraba. Se incorporó en la cama y miró alrededor. Entonces recordó lo ocurrido en la noche. Con un gruñido, se levantó de la cama, y paseó un poco por la habitación.
Tomó de la cama su arnés, y se le volvió a colocar, ajustándo las correas con fuerza para que estas no se soltasen. Luego cogió el arco, le desencordó y le guardó en el carcaj junto con las flechas.
Salió de la habitación, y sin saber muy bien hacia donde ir, fué a la habitación de la hechicera. Cuando llegó a la puerta, sin saber muy bien que hacer, dió unos golpecitos en la puerta...

Acababa de terminar su aseo y terminaba de vestirse cuando golpearon suavemente en la puerta.¿Eres tú Siegel? Sabía la respuesta, nadie golpeaba así en su puerta, no había llamado a Camila -su doncella- no la habían anunciado visitas... tenía que ser SiegelPasa por favor, bajaremos juntos a almorzar y después con la tripa llena podremos ir hasta la cabaña del bosque, la echas una ojeada y si te gusta pues para tí. También puedo pedirles a los trabajadores que construyan una a tu completa satisfación y gusto. Como el muchacho no entraba y ella estaba lista, salió de la estancia y cogiendose al brazo del chico comenzó a caminar hasta el comedor ¿Has dormido bien? ¿Me contarás tus planes mientras almorzamos? preguntó mientras bajaban las escaleras

Siegel siguió a la hechicera por los pasillos del edificio, soltándose el brazo del agarre de la mujer. Todavía no se hacía a la idea de que alguien a quien había tratado de matar la noche anterior mostrase repentinamente tanta amabilidad hacia su persona.

¿Planes...? No se a que te refieres. Solo deseo llevar una vida tranquila

Entraron a la cocina, donde Siegel vió a un regordete cocinero bastante atareado atendiendo a una borboteante olla en la hoguera. El muchacho cerró los ojos ante el delicioso olor que llenaba el ambiente.

Notó la turbación del muchacho cuando se soltó de su brazo, seguramente lo interpretó como un abuso de confianza y sonrió. Era un joven imponente, tan alto, a su lado ella parecía bajita pese a que el chico caminaba encorvado. Parecía que por fin había dejado su violenta actitud y que comprendía que nada malo debía esperar de ella.
Mientras le llevaba por los pasillos, cambió de opinión y decidió dirigirle a las cocinas, tal vez -pensó- hacerle almorzar en el comedor le intimidaría y eso sería un paso atrás en la confianza que poco a poco se iba ganando
Llegaron a la cocina, allí estaba Mauricio, el cocinero, que se afanaba ante una olla que despedía aromas deliciosos... Saludó al hombre ¡Buenos días Mauricio! Si lo que cocinas está acabado pon dos raciones generosas, que tengo hambre y nuestro invitado también.
Volviéndose a Siegel le indicó con un gesto que tomara asiento Bien, dijo por fin, cuando se hubieron sentado frente a frente ahora es el momento de hablar joven, ha llegado la hora de que me cuentes tu decisión ¿te quedarás con nosotros? ¿estudiarás? ¿trabajarás? Porque el tema de la cabaña me quedó muy claro, en cuanto almorcemos iremos a verla y si es de tu agrado podrás ocuparla de inmediato, pero todo lo demás requiere algunos cambios que deberíamos acometer cuanto antes...