Las Justas
En la Edad Media se denominó justa al combate singular que se hacía entre dos contendientes, a caballo y con lanza, para justificar el derecho de alguno. De ahí viene el nombre de justa que luego se extendió a los juegos o ejercicios de caballería. En ella los caballeros acreditaban su destreza en el manejo de las armas.
Aunque se confundan como sinónimos las palabras justa y torneo, las armas empleadas en estas contiendas eran diferentes.
En las justas se empleaban armas verdaderas ofensivas y defensivas, resultando a veces los combatientes gravemente heridos e incluso muertos. En los torneos casi siempre se utilizaban armas simuladas.
Antecedentes HistóricosDesde los tiempos más antiguos se conocieron en todos los pueblos guerreros esos combates o pruebas de fuerza, valor y destreza. Pero no con las mismas formas ni con igual carácter pero sí con el espíritu de emulación que presidía las justas de mero recreo entre los caballeros de la Edad Media.
En Grecia los Juegos Olímpicos, juegos Panhelénicos celebrados en corintios eran una especie de justas. En ella se hacía alarde de las ventajascorporales, y se estimulaba el valor. La recompensa era obtener premios y el aplauso del pueblo.
Los pueblos del Norte de Europa introdujeron la costumbre de encomendar las decisiones de la justicia y la defensa de la inocencia, a la suerte de un combate singular que se ponía en manos de Dios. Los godos justaban para sincerarse de una acusación o para defender a un débil, combatiendo al acusador.
Los árabes introdujeron en España los juegos de combate de sortija, bohordos y cañas que se imitaron posteriormente en los torneos y
justas.
Resultado de esta mezcla de costumbres, ocurrió que con el transcurrir del tiempo a las primitivas
justas o juicio de Dios evolucionaron hasta convertirse en combates, ejercicios de armas que muchas veces eran alardes de vigor y valentía para festejar a una dama.
Se generalizó de tal manera esta costumbre en la Edad Media que en casi todas las poblaciones de alguna importancia había un paraje por lo común extramuros de la ciudad llamado la tela, destinado para estos combates. En casos extraordinarios se designaban sitios en campo raso, publicitando los combates a cuantos caballeros o campeones quisiesen acudir a medir sus armas con el
mantenedor del palenque, es decir, al retador de la
justa.
Motivos de las justasEl motivo fundamental de las
justas era el espíritu caballeresco de la época cuyo lema era
Dios, mi rey y mi dama. Aunque a veces se daban excesos de este espíritu caballeresco.También con el paso del tiempo las
justas como los
torneos eran una costumbre regularizada según las necesidades guerreras.
Las ideas de la época convenía promover en unos pueblos cuyo principal ejercicio era el de las armas, estos combates que aunque sangrientos tenían mucha importancia para el buen éxito en los campos de batalla (digamos que se ejercitaban en las armas que después se utilizaban en las batallas, lo que hoy se entiende por entrenar).
Ordenanzas
Con el devenir de los tiempos se hizo necesario regular estos combates y se realizó a través de ordenanzas especiales que determinaban las reglas que debían observarse en el palenque. La presidencia normalmente recaía en los reyes. Presenciaban el combate nobles respetables por sus hazañas y edad, ora en calidad de jueces, ora para impedir que se quebrantasen las leyes generales de hidalguía, que todo buen caballero estaba obligado a observar.
También habían ordenanzas especiales comprendidas en los capítulos de las justas para decidir a quien correspondía el premio del vencimiento y dirimir las controversias que pudieran suscitarse entre los interesados. Una dama presidía estas lides en calidad de reina de la hermosura.
Los contendientes disputaban el premio que las damas daban que consistía comúnmente en una banda ricamente bordada en un joyel u otra prenda, cuyo principal mérito estaba en haber sido ganada con valentía, gallardía y esfuerzo (se ha de tener en cuenta la mentalidad de la época).
Por último estos actos que revestían gran solemnidad y eran presenciados por multitud de personas a quienes se prohibía toda demostración de aplauso ni reprobación a fin de evitar el desaliento en los que sufrieron reveses o acaso para impedir desórdenes en el evento (se evitaba así que el público congregado se solviantase).
Tal cuidado se ponía en esto que llegó a conminarse con la pena de sacar la lengua al espectador del
estado llano que profiriese un grito y con expulsar del palenque al noble que interrumpiese de algún modo la seriedad del acto . No obstante esto cuando las
justas se ordenaban por simples particulares había más libertad entre los espectadores.
Aunque las autoridades locales procuraban reprimir las manifestaciones ruidosas del público en bien del orden público era común que el público congregado en el evento se dividiera en bandos. Eran la mayoría de las veces personas principales, que debían tener cada cual por su parte deudos, amigos y allegados afectos a su causa y fáciles de sugestionar en pro o en contra.
Condiciones del combatePara ordenar una
justa se redactaban las condiciones del combate, a manera de cartel de desafío, dirigidos a cuantos caballeros quisiesen a acudir a disputar la prez del combate.
Aprobado este cartel por la autoridad que en ocasiones era el rey mismo (a veces la justa se verificaba donde residía la corte) se publicaba con música y de noche, llevando la multitud hachas encendidas, precediendo los heraldos y acompañados de jinetes que eran seguido del numeroso pueblo y el cartel quedaba fijado en paraje público (lo que hoy sería pegar carteles publicitarios).
Preparativos para la justaCumplido el plazo prefijado para el concurso de combatientes, debía celebrarse la justa irremediablemente. Para ello en el paraje acostumbrado que era un recinto cerrado hecho de madera, en parte con barreras bajas y en parte con galerías y estrados para las damas, los jueces y personajes principales, se disponía lo necesario, adornando los balcones y tablados con espléndidas colgaduras de seda recamadas de metales preciosos y tapices bordados.
En un extremo se levantaba un pabellón o tienda para los mantenedores, que se adornaban con banderolas del color o colores por ellos elegidos.
En otra parte y en lugar elevado, se erigía el trono de la señora de la fiesta, lujosamente decorado, el cual solía estar cerca de los reyes o los jueces.
Para estos casos era necesario el auxilio de la fuerza pública, que ocupaba los alrededores del palenque, destacando una guardia al pie del cadalso o tablado de los jueces. Bandas de música marcial colocadas en sendas tribunas armonizaban con tocatas escogidas.
Un cuerpo de ministriles provistos de trompetas y otros instrumentos, daban las señales convenientes cuando llegaban a la tela los diferentes personajes que tenían parte en el evento.
ArmasEn las justas no se empleaba más armas que la lanza de madera y la adarga o escudo, amen de la loriga, cota y armadura, la cual representaba la condición social del dueño.
La regla común era que se debía romper tres lanzas con cada campeón o aventurero que llegase a la palestra. Si uno de los combatientes sacaba de la silla a su contrario, se daba por rota la lanza, aunque no se rompiese.